La quiebra de Thomas Crook, que impulsó al Govern de ultraizquierda a socorrer a los hoteleros desabastecidos de ganado turístico, ha sido una farsa. Los empresarios se han enriquecido en su imaginario annus horribilis. Habrá que demostrarlo. El Informe de Inversión Hotelera que acaba de presentar la inmobiliaria Colliers, correspondiente a 2019, coloca a Balears al frente de las compras de hoteles, de inmuebles a reformar en hoteles y de solares para construir hoteles en toda España. Un año negro, sin duda.
Colliers no es precisamente un foro antisistema. Su documentado estudio cifra en 389 millones la inversión hotelera del año pasado en Balears, mercado maduro. La Mallorca exhausta se cotiza a distancia sideral de otras comunidades. Adviertan el contraste con un Govern que derrama millones sobre los empresarios presuntamente afligidos.
Los quisquillosos alegarán que la inversión total no es un indicador absoluto de bonanza, porque puede haber disminuido la cotización de un hotel concreto. Falso. Según el mismo estudio, el precio medio por habitación ha saltado de 127 mil a 130 mil euros en un solo año, debido a la "alta presión compradora". Un hotel mallorquín de cien habitaciones se valora en 13 millones de euros. Sin duda, es imprescindible regar con fondos públicos a su propietario.
El gran juez Oliver Wendell Holmes sostenía que "los impuestos son lo que pagamos para mantener una sociedad civilizada". Visto el escándalo de los centros de acogida, en Mallorca los abonamos para sostener una sociedad corrupta. Y mientras las instituciones tuteladas se convierten en granjas de reclutamiento para la prostitución de menores, los sindicatos policiales se querellan contra un dibujante. Curiosa actividad sindical.
La querella policial contra Toni Galmés, por un cómic brillante en lo gráfico pero anodino en lo hiriente, demuestra que los encargados de velar por las libertades se dedican a socavarlas. Igual que en los felices años sesenta. On és l'Estel·la? consagra a los ofendidos profesionales y desocupados. Entrevisté al autor tras las cargas policiales del 1-O que pueblan su breve cuadernillo. No me dio ninguna respuesta denunciable, y soy experto en arrancar lo peor de las personas.
La misión de los caricaturistas es satirizar a la policía, a la Justicia, a la prensa, a la banca, a la Iglesia, al Islam. O eso creíamos, por lo visto nos equivocamos de país. ¿Dónde está la reacción de los políticos progresistas? Mi respuesta ante el retorno de la censura fue correr a comprar el libro, basta de blablablá.
La extraña lógica del fútbol establece que el líder de la Liga cambia de entrenador, y un equipo en descenso lo mantiene.
Hablando de deporte, recuerden dónde leyeron antes que Rafel Nadal sería el sujeto de un tramo de 60 minutes, el primer y más célebre magazín del planeta. Los trece minutos de emisión equivalen en audiencia a diez horas en un canal español.
El periodista Jon Wertheim no se atreve a preguntar sobre la boda, pero se aprovechó de una de las donantes de la Fundación Rafa Nadal, que se salta el protocolo para interpelar al campeón:
—¿Cómo le pediste que se casara contigo?
—Después de quince años, no necesitas hablar mucho, basta "què hem de fer?"
Le falta romanticismo, pero los seres sensibles no ganan doce Roland Garros.
En la calle Mazagán de Son Espanyolet han encontrado un original método de sonrojar a los bárbaros con perro, según se advierte en la imagen que hoy nos ilustra. Cubo y bayeta para que "Por favor limpie lo que su perro ensucia".
El público sabe lo que quiere, por eso ha agotado las localidades de la sesión prevista en CineCiutat del monólogo Fleabag, ofrecido desde el National Theatre. Han montado una segunda visión para los fans de Phoebe Waller-Bridge. ¿Cuántos actos a salón lleno monta la Universitat? Vean Parásitos, y recuerden dónde leyeron antes del refrendo de los Oscar que era la película del año.
Reflexión dominical blanquinegra: "Un monarca constitucional tiene menos peso que el rey del ajedrez".
