—Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Quiénes son los corruptos en el 'caso Cursach'?"

—Hoy por hoy, yo creo en la honestidad del juez Penalva y del fiscal Subirán, sin duda alguna. Si hay corrupción, está en los investigados que no son ellos.

—¿Cuándo se fastidió la fiscalía Anticorrupción?

—No se ha fastidiado. Sucede que se pelea contra gente muy difícil, peligrosa y poderosa, y eso tiene un coste. Hoy tiene menos trabajo, felizmente.

—¿Ahora hay menos corrupción?

—Hoy hay menos corrupción, y espero no equivocarme.

—¿Usted es más de Horrach o de Carrau?

—Cada uno en su sitio. Horrach es más impulsivo y me inclino por Carrau, soy un carrauista, pero son dos espléndidos fiscales que han hecho cosas muy bien en épocas difíciles, y todos tenemos malos momentos.

—Espero que los fiscales de Balears sean mejores que los del Supremo.

—Me quedo con los de aquí. Voy a ser muy pelota, para asegurar que pese a los problemas que atravesamos, la fiscalía de Balears es valiente y honesta.

—Usted no tiene un talante acusador, sino conciliador.

—Sin duda alguna. Una de las cosas que más me cabrea es el Derecho Penal expansivo, agresivo y violento que hoy vivimos. Me siento muy incómodo, ha influido en mi marcha.

—¿Ha pedido alguna prisión de la que se arrepiente?

—Visto desde atrás, sí, cometí un error judicial gravísimo al mantener diez días en la cárcel injustamente a un hombre a quien una mujer violada identificó en dos ruedas de reconocimiento como su agresor. He confesado el fallo y me he arrepentido.

—¿Ha dejado de pedir alguna prisión de la que se arrepiente?

—Sí, pero soy un penalista poco agresivo, aunque no tanto como mi esposa y también fiscal Rosa Cosmeli, una madre.

—¿Es lícito dictar prisión para obtener confesiones?

—No se puede coaccionar así, los motivos están tasados. Se me ha pasado por la cabeza, sabes que según que gente lo mismo canta, pero por esa línea llegas a justificar la tortura.

—Ya sabía que no le pillaría en ningún renuncio.

—No ha acabado la entrevista. Soy muy gallego, tan parecidos a los mallorquines.

—Sin irse por las ramas, ¿Dolores Delgado sí o no?

—Dolores Delgado sí, pero con mucho miedo a que no tenga la fuerza de voluntad suficiente, a que su forma de pensar haya cambiado respecto a la que tenía hace tres años. Nos merecemos la esperanza, ella y los demás.

—No le veo tan independentista como su amigo Martín Pallín.

—No soy en absoluto independentista ni nacionalista, igual que se es del Madrid o no, pero me ha dolido que el procés desembocara en condenas penales, que son un fracaso para la sociedad española y catalana. Son políticos presos que no debieron acabar así.

—¿Dejó de admirar a Garzón?

—Discrepo de muchas de sus actuaciones, pero nunca he estado de acuerdo con su condena. Fue un valiente contra ETA, la corrupción y la droga. Me gustaría que siguiera siendo juez.

—Hace veinte años, en la génesis de la violencia de género, usted y su esposa me dijeron, "¿por qué no se separan?"

—Me sigo haciendo esta pregunta. Una cantidad alta de mujeres no quieren denunciar, o renuncian tras haberlo hecho, o quieren perdonar a su agresor. Es un problema gravísimo porque, si la víctima no acusa, los fiscales no podemos conseguir ni medidas cautelares.

—¿Quién encubre la prostitución de mujeres tuteladas?

—Sinceramente, no tengo la menor idea. Este tipo de adolescentes son presa fácil para que hijos de su madre trafiquen con ellas, porque son muy endebles.

—A ver si en el homenaje de despedida le regalan un Rolex y se lo roban.

—Jajaja. Tú que te preocupas tanto, el otro día recuperaron un Rolex en Eivissa que no era del fiscal jefe.

—Usted y Bartomeu Barceló son la extraña pareja.

—Somos una pareja de hecho que nos hemos respetado profundamente, y él está ahora cabreado porque me he ido a comprar tabaco para no volver.

—El uno y el dos, en las antípodas ideológicas.

—El fiscal Julio César Strassera decía que en Argentina no se creerían la amistad entre un fiscal muy de derechas y yo que soy de izquierdas. Le preguntó a Tomeu qué me pasaría en caso de golpe de Estado en España, y replicó que "a Ladis, por encima de mi cadáver". No tiene maldad ninguna.

—¿El mundo se divide en buenos y malos?

—Pues yo creo que al final, sí, pero en el fondo todo el mundo es bueno.