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Opinión: Medidas contra el turismo de excesos

La borrachera de turismo

El mapa del tiempo de 'Yahoo' informa sobre dos localizaciones mallorquinas, Palma y Magaluf. Equivale a un mapa de Palestina que solo nombrara a Sodoma y Gomorra. El 'mamading' superó hace tiempo al simbolismo de Chopin en Valldemossa, asistir a un 'balconing' en vivo y en vertical es más excitante que admirar la caída a plomo de la Catedral. Se suponía que los turistas viajaban a Mallorca para contemplar sus atractivos, pero en realidad pagaban para no verlos. Si recuerdas lo que hiciste en la isla, no estuviste allí.

La presidenta de Balears decía el año pasado que el turismo de borrachera era "un pequeño problema", para no soliviantar a los hoteleros. Ahora aplica el arma nuclear de la expulsión de un turista, con el guiño de seleccionar zonas específicas para alborozo de las playas limítrofes donde no pesarán las prohibiciones.

La mayoría de vacaciones solo pueden sobrellevarse bajo los efectos del alcohol, y alguien debería apiadarse de los 'hooligans', que tendrán que soportar sobrios el aquelarre urbanístico de los campos de concentración de pago para extranjeros. El 'Sun' promocionaba en verano un circuito de veinte horas seguidas de borrachera náutica por el litoral mallorquín, bajo el lema de que "beberéis hasta que os arrastréis por el suelo". El Govern ha reaccionado con los retrasos de rigor, y solo permitirá el turismo de borrachera de lujo. En cuanto a la borrachera de turismo, la condena a esa actividad única no tiene remedio.

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