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Análisis

Intromisión política en la paz docente

Cuando un sector de la sociedad y el mal uso de las prácticas políticas en las instituciones se permiten manosear y usar a los centros docentes como armas arrojadizas, significa que todos tenemos un problema grave.

Ya fue sintomático que en el debate de investidura de Pedro Sánchez los diputados de la derecha reaccionaran a carcajada limpia cuando el portavoz de Compromís, Joan Baldoví, les reprochara su falta de educación y apelara a su condición de maestro de escuela. Un Congreso que se mofa de los docentes suspende en confianza y credibilidad. Aprueba en decepción.

Aquí, entre las visitas nada didácticas de Vox a los colegios y los recortes, ahora retirados, de las dotaciones a institutos y colegios, no nos quedamos atrás. Un Govern que pone mano a las huchas de las escuelas se equipara con los padres que intentan corregir el descuadre del presupuesto familiar con los ahorros de sus hijos. Esto ha hecho el Ejecutivo Armengol, y la callada Rosario Sánchez, hasta que han sido pilladas por claustros de profesores y asociaciones de padres. Se ha caldeado un estado de indignación y protesta, sobre todo entre los directores de instituto, que ha llegado a poner en peligro la paz docente y social.

El patio no está para el despliegue de nuevas camisetas verdes. Martí March no podía permitírselo, por eso ahora retrocede, con todo el maquillaje que se quiera, y facilitará a los centros con efecto retroactivo las dotaciones necesarias al margen de los ahorros guardados.

Fíjense sin embargo dónde ha intentado recortar el Govern cuando ha necesitado dinero y dónde acude Vox cuando persigue mayor protagonismo para su clientela. Revelador. Y una alteración de la paz docente.

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