"Mi madre era un trapo, lo tengo clarísimo. Por cualquier cosa mi padre la humillaba. Los insultos y vejaciones eran la norma de cada día. Le decía 'inútil, no tienes ni puta idea'. La menospreciaba por su apellido. Siempre la humillaba". Con estas palabras un hijo recordó ayer la "difícil" convivencia en el domicilio familiar durante el juicio celebrado en Palma contra su progenitor por presuntamente someter a malos tratos psicológicos a la que fue su esposa durante los 40 años de matrimonio en la isla.

El acusado, un jubilado septuagenario, negó todos los cargos. "Mi padre tiene un carácter agresivo, violento. Según cómo se levantaba, embestía a uno u otro. Si se le cruzaban los cables era colérico. Humillaba a mi madre por cualquier cosa porque hacía mucha comida, porque no tenía ni idea... En Nochebuena él ni se sentaba en la mesa. No solo eran las palabra, también con gestos la menospreciaba. Le decía todo tipo de insultos, que era una mierda. Es una cosa con la que hemos crecido en casa, pero con el tiempo vas viendo que la situación se agrava y va a más", añadió el joven.

El detonante de la denuncia de la víctima y de la ruptura de la pareja fue un incidente que se produjo el pasado 30 de agosto de 2017 cuando el sospechoso discutió con su hijo cuando este llegó a la vivienda. "Me montó un pollo insultando al minuto de haber llegado a casa. Apareció mi cuñado y mi padre embistió contra él, que estaba recién operado de la rodilla. Me puse en medio por si le empujaba. Luego, se acercó a mi madre, iba a pegarle y yo le empujé o le pegué. Parecía que estaba fuera de sí", recordó el hijo.

Otra hija del matrimonio calificó de "nefasta" la convivencia desde el principio. "Mi padre era muy autoritario, él siempre tenía razón y se tenía que hacer lo que él quería, si no siempre había insultos. Mi madre era una criada para él. La menospreciaba siempre, le decía de todo: 'imbécil, no vales para nada'. Cuando ella cocinaba, le decía que era una mierda y que no valía nada la comida. En Nochebuena, él no comía lo que había preparado mi madre. Se comía un 'butifarrón' para hacerle un desprecio. Siempre la sometió a un trato denigrante. Conmigo, nunca estuvo de acuerdo con ninguna de mis parejas. Todos le teníamos miedo", reconoció la joven testigo.

La perjudicada relató ayer en el juicio que estuvo casada durante 40 años con el encausado y desde el principio sufrió los menosprecios de su marido. "Yo al mes ya me habría separado de él, pero luego vinieron los niños y por los niños no lo hice. Continuamente me insultaba, si lavaba mal, si planchaba mal, si compraba mal... Me menospreciaba, decía que yo era una mierda y también me decía 'imbécil, no sirves para nada, esto no se puede comer'. Nunca hacía las cosas bien. Denuncié los hechos ante la Guardia Civil y no me arrepiento. No tuve dudas. Él nunca me pegó, pero verbalmente era continuo. Un día me dijo 'ojalá te mueras'", destacó la víctima, quien cuida en casa de su cuñado discapacitado. La mujer lamentó que ella no cobra ninguna pensión y tiene que hacer frente a una hipoteca muy alta, tras el divorcio. Por eso, puso en venta una finca familiar, según su versión.

La denunciante recordó que el 30 de agosto de 2017 su hijo intercedió cuando su esposo "desencajado" la iba a "empotrar contra la pared". Según su versión, "aquello era un infierno, mi hijo lo paró". El acusado interrumpió la vista. "Prefiero no oír todo esto. Esto me quema, tengo 74 años", se quejó el hombre ante el juez. El sospechoso continuó en la sala. Momentos antes, había negado los hechos. El hombre lamentó que todo lo que él no quería vender, al final se puso a la venta. "Yo no tengo nada a mi nombre, todo lo puse a nombre de mis hijos. No tengo contacto con ellos desde agosto", indicó.

El encausado insistió en que todos los hechos eran "mentira". En el turno de la última palabra, recalcó que era falso que no aceptara a los novios de su hija. También añadió: "Todo lo que han dicho es basura, mi mujer, bueno mi exmujer, es una gran cocinera. Juntos hemos viajado por todo el mundo". Varios vecinos y amigos negaron haber escuchado los insultos.

La fiscal, que inicialmente pedía dos años de prisión para el anciano por maltrato psicológico habitual, al final reclamó 60 días de trabajos comunitarios por maltrato y 18 días de localización permanente por un delito leve de vejaciones continuado, además de la prohibición de aproximarse y comunicarse con la mujer durante tres años y una indemnización de 2.000 euros. La acusación particular se adhirió, pero la responsabilidad civil que pidió fue de 3.000 euros. Mientras, la defensa solicitó la libre absolución de su cliente por falta de pruebas y las dudas surgidas.

La psicóloga que trató a la denunciante confirmó que la mujer padece secuelas por el maltrato psicológico sufrido, que aumentó en los dos últimos años de matrimonio, según la fiscal. La especialista detectó un trastorno de estrés postraumático compatible con la situación de humillación y menosprecio sufrida y derivada de la relación sentimental.