Wilhelm Conrad Röntgen descubrió los rayos X en 1895. La primera radiografía de la historia es la mano de la esposa del físico alemán. Los llamó "rayos incógnita", o "X" porque no sabía qué eran. A principios de los años 60 del siglo pasado, el doctor Jaume Colom, colocaba a los niños de Alaró detrás de la pantalla de un rudimentario aparato en la que observaba si el catarro había evolucionado en neumonía. Como muchos otros médicos de cabecera de la mayoría de pueblos de Mallorca, el aparato estaba en su casa-consulta y había sido pagado de su propio bolsillo.

Ian Donald inventó en 1958 el ecógrafo, que permite observar el interior de un cuerpo sin recurrir a las radiaciones. Los primeros cinco TAC se instalaron en Reino Unido y EE UU en 1974. Este aparato suponía un gran avance porque obtiene múltiples imágenes gracias a que la fuente de rayos X y los detectores de radiación rotan alrededor del cuerpo. Tres años antes, Raymond Damadian había demostrado que la resonancia magnética permite detectar enfermedades porque distintos tipos de tejido emiten señales de duración distinta en respuesta al campo magnético.

Ecocardiografías, ortopantomografías, técnicas quirúrgicas mínimamente invasivas que no serían posibles sin los sofisticados endoscopios que permiten ver el interior del cuerpo sin abrirlo, la gammagrafía... El camino abierto hace 125 años por el doctor Röntgen, ganador en 1901 del primer Premio Nobel de Física, ha puesto en manos del médico recursos esenciales para el diagnóstico. La intuición ha dejado paso a grandes certezas.

La inversión de tres millones de euros por parte del Ib-Salut en la modernización y extensión de las tecnologías de diagnóstico más modernas es una excelente noticia para la salud de los mallorquines.