El caso del migrante marroquí vestido con un neopreno cuyo cadáver fue descubierto en alta mar y que llegó a Mallorca en octubre no es único. Cada año, la Guardia Civil investiga en la isla sucesos similares: cuerpos sin vida que aparecen en la costa arrastrados por las corrientes marinas. La principal dificultad que se encuentran los agentes es la identificación de las víctimas, ya que normalmente los cadáveres están deteriorados, son irreconocibles y carecen de documentación. Las pruebas de ADN, las bases de datos de desaparecidos, la dentadura, las huellas dactilares y cualquier detalle del cuerpo como un pequeño tatuaje o una pertenencia pueden ser claves para lograr poner nombre y apellidos a estas víctimas.

En los últimos meses han aparecido cadáveres de personas flotando en aguas de Cabrera, el Port de Sóller o Cala Pi. El instituto armado inicia las pesquisas pertinentes en cada caso para esclarecer la identidad y las circunstancias de la muerte. Suelen ser investigaciones complejas, ya que se desconoce el lugar de procedencia. Los cuerpos quedan a merced de las corrientes marinas durante largo tiempo y pueden provenir de cualquier zona del Mediterráneo.

Hace tres años, la Guardia Civil investigó un extraño caso de un cadáver que llegó a la costa de Santa Ponça. La víctima vestía también un traje de neopreno. Su cuerpo se hallaba en muy mal estado. Gracias al estudio de su dentadura y de unos empastes, los investigadores lograron saber que se trataba de un ciudadano argelino. El hombre murió ahogado cuando practicaba surf en Marsella. Las corrientes llevaron el cadáver desde el sur de Francia a Mallorca.

El pasado mes de diciembre aparecieron otros dos cuerpos en el mar en Sóller y Cabrera. Ambos casos siguen bajo investigación.