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Análisis

March rompe la hucha de los niños

March rompe la hucha de los niños

Martí March está muy pagado de sí mismo -“como imagino que usted sabe...”- y le encanta pontificar. Especialmente sobre la autonomía de centros y la calidad educativa en Balears. Blablablá.

Més le cedió la cartera de Educación en 2015, por el pánico a defraudar “a los nuestros” (ya entonces no había “ni un euro” en las arcas, y la tormenta se veía venir tarde o temprano). Pero a March no le asustó el reto, y ha venido atemperando los ánimos durante los últimos cuatro años. Desde que es conseller, ha pregonado que “en Educación, recortes ni uno”. Él y su protectora, la presidenta Armengol. “Este Govern no hará recortes en Educación”, han cacareado ambos durante el pasado otoño. La realidad es que enero ha empezado con un atraco de la Conselleria socialista a todos los centros educativos públicos de Mallorca. La izquierda que llegó al poder por el apoyo de las camisetas verdes les retira ahora el presupuesto para 2020. Todo por la espalda, con una disposición adicional colada en los Presupuestos de la Comunidad en plenas Navidades, vía BOIB, sin debate público previo. Al más puro estilo Jaume Matas con sus leyes de acompañamiento.

Quitar el dinero asignado para colegios e institutos públicos, obligándoles a funcionar todo este ejercicio con lo que han ahorrado es de una bajeza mayúscula. La razón esgrimida por Educación -los centros “acumulan” 20 millones de euros en los bancos, y eso no es una administración eficiente- demuestra el enorme desespero del Govern Armengol, que hace pagar a los centros su pésima gestión económica. El tijeretazo ha empezado en los colegios ¿qué será lo siguiente?

José Ramón Bauzá ya hizo recortes en Educación, pero ni siquiera el enemigo número uno del profesorado balear se atrevió a hacer lo que March: retirar las partidas, colegio por colegio, previamente asignadas, y usar esos fondos para enjuagar la ingente deuda autonómica. Como hizo Rajoy con las pensiones, Martí March ha roto la hucha de los alumnos; y lo peor, se queda con la pasta.

El conseller impone que cada escuela gaste “su remanente” del año pasado en el pago de la calefacción, obviando que esos ahorros proceden de las aportaciones de los padres para el viaje de estudios de sus hijos. Por ejemplo.

Escarmentados precisamente por las drásticas medidas de Bauzá, desde 2007 la mayoría de directores han aprendido a tener un colchón por si las moscas. Para eso, y porque los impagos y retrasos de la Conselleria les obliga a adelantar a ellos los salarios a los auxiliares de conversación o el mantenimiento de las cocinas escolares. El mérito es de cada equipo directivo, no de la Conselleria, que ahora se lo apropia. Por mucho que a su titular le guste pasearse de colegio en colegio, apuntando ante cada director las reformas por hacer o los barracones por eliminar. Eso, y pontificar.

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