Un hombre de mediana edad experto en artes marciales fue juzgado ayer en Palma. El acusado negó los cargos de forma rotunda y alegó que discutió con su esposa porque ella había tomado cocaína y estaba ausente y no le hablaba. Admitió que empujó una mesa con el pie, "no fue una patada", con la intención de que se cayeran las rayas de cocaína que ella había preparado. También reconoció que era un experto en artes marciales, lo que reforzaba tener un mayor autocontrol, según su versión, y rechazó haber agredido a la víctima.

Por su parte, la mujer confirmó que fue insultada, menospreciada y que él la agarró con fuerza del cuello y la puso contra la pared. Acudió al PAC y le diagnosticaron cervicalgia, de la que tardó en curar dos días, según la fiscalía.

El encausado explicó que su esposa, con la que mantuvo una larga relación de muchos años, había tenido problemas de salud, estaba operada de una hernia y ya tenía el cuello muy mal con anterioridad. "No la agarré en ningún momento, no la cogí por el cuello, en ningún momento le puse la mano encima ni le di ningún puñetazo", recalcó el hombre.

La fiscal reclamó para él una pena de un año de prisión por malos tratos, así como tres años de privación del derecho a tener o portar armas y la prohibición de acercarse y comunicarse con la perjudicada durante cinco años. La acusación particular se adhirió, mientras que la defensa solicitó la libre absolución de su representado y que se declare la falsedad de la denuncia de la mujer al argumentar que "todo" era "mentira" y que no era creíble la versión de ella.

El acusado admitió que el pasado 9 de septiembre de 2018 discutió con su esposa en el domicilio que compartían en Palma: "No me hablaba, no me contestaba, estaba como ida. Le dije te estás destrozando, mírate en el espejo. Empujé la mesa con el pie para que se le cayeran las rayas de cocaína, no fue una patada".

La mujer indicó que él no apartó la mesa, sino que le dio una patada. Según su versión, ese día ella consumió una o dos rayas de droga, y no tomó ansiolíticos, por lo que no estaba fuera de control. "El motivo de la discusión fue porque yo le ignoraba, no le hacía caso. Me insultó, gritó, me dijo que era una mierda, una drogadicta, que no era nadie, que me mirara al espejo que no valía nada", indicó. La Policía Local acudió por la riña y se marchó. Más tarde, él fue a buscarla a su cuarto y en la sala la agarró del cuello, según la víctima.