Silvia Martínez ha sido durante más de una década la única profesional del hospital de Son Llàtzerespecialista en neuropsicología. A pesar de ello no se ha sentido laboralmente a gusto durante los últimos años que ha estado trabajando porque entiende que no se le han reconocido los derechos que le asisten. Por esta razón, a pesar de que ello suponga perder una plaza en la sanidad pública, ha decidido renunciar al trabajo. Sin embargo, "el hospital no deja que me marche", por lo que he tenido que recurrir a los tribunales para que "se me reconozca mi derecho a desvincularme de forma definitiva".

La neuropsicología es una especialidad relativamente reciente. Sus profesionales son psicólogos y la especialidad está muy valorada por el personal médico, sobre todo por los neurólogos. Se encargan, entre otras muchas cosas, de atender y valorar alteraciones cognitivas generadas por una lesión cerebral. También valoran las secuelas de estas lesiones.

Silvia Martínez entró a trabajar en el hospital en el año 2004. Firmó un contrato de servicio, atendiendo a los pacientes tres tardes a la semana. No firmó un contrato laboral con Son Llàtzer, sino que actuaba como trabajadora autónoma. Dado el buen resultado de esta especialidad, su horario de trabajo se amplió hasta las 30 horas semanales, formando parte del servicio de neurología del hospital.

Debido a los problemas con la vinculación contractual que mantenía con el hospital, esta profesional se vio obligada a recurrir a la inspección de trabajo. El resultado fue contundente: su contratación era fraudulenta, ya que llevaba doce años de trabajo continuado con el hospital como autónoma.

Ante esta situación, el hospital optó por despedirla, aunque ello suponía que decenas de pacientes se quedaban sin la atención de la única neuropsicóloga que había. Silvia Martínez recurrió su despido en los tribunales y ganó. El juez obligó a Son Llàtzer a readmitirla, declarando que debía ser contratada como personal laboral. Al regresar el contrato que le entregaron para firmar señalaba que "se me contrataba como personal estatutario, en contra de lo que establecía la sentencia judicial", según afirmó la neuropsicóloga. Debido a que había sido madre, solicitó un horario especial para poder conciliar su vida laboral. Sin embargo, desde la dirección del hospital "me obligaron a pasar consulta dos veces por semana por la tarde, con lo que no se solucionaba mi situación". Por esta razón solicitó una reducción de jornada y se dio la circunstancia de que su sustituta pasaba todas las consultas por la mañana y no en horario de tarde. La especialista también solicitó una excedencia, pero se le denegó desde la gerencia del hospital.

La neuropsicóloga tomó la drástica decisión "de renunciar a mi trabajo" y ello se debió a varias razones, dado que su situación en el departamento la llevó a sufrir una baja laboral y a tomar medicación. Consciente de que con su renuncia "me quedo al margen de la sanidad pública, he llegado a la conclusión de que no puedo seguir en esta situación". Se ha encontrado con la sorpresa de que no le permiten renunciar voluntariamente al trabajo y la obligan a que se reincorpore de nuevo a su consulta.