Andrei Shatilo, de nueve años, vuelve a Sóller por tercer año consecutivo para pasar las navidades con Lidia Fernández, su madre de acogida. El pequeño, que viene de Bielorrusia, vive en un orfanato desde que su madre falleció. Algunos fines de semana se desplaza hasta la casa de su padre pero no siempre puede ir porque es alcohólico.

Este pequeño es uno de los siete "supervivientes" bielorrusos que ayer aterrizaron en Palma para pasar un mes con sus familias de acogida mediante la Associació per ells.

"Estoy deseando verle", asegura Fernández, quien antes de ir al aeropuerto se ha parado en un supermercado para comprarle un lacao y unas galletas de chocolate. "Seguramente vendrá con hambre", afirma. Ya lo conoce muy bien porque es el tercer año que lo acoge. "Al principio lo pasé mal porque no quería comer nada, era molt triat, pero ahora ya nos entendemos", comenta. ¿Lo que más le gusta? "La pasta y las naranjas de Sóller, responde Fernández entre risas.

Las hermanas Aina y Laura Thomás están ansiosas por ver a Carina Serakova, de siete años. Es la segunda vez que sus padres la acogen y se están planteando traer también a su hermana, de seis. Ambas viven en un orfanato porque sus padres son alcohólicos. "Es una niña muy cariñosa", señala su madre de acogida Maria del Mar Hernández, quien confiesa que la pequeña "vino un poco delgada". Serakova aprendió este verano a nadar, probó por primera vez la sandia - "le encanta", dice Hernández- y descubrió las montañas. "Al principio desconfiaba mucho y agarraba el plato por temor a que se lo quitáramos, pero ahora está 'en su salsa'", apunta su madre de acogida.

A la pequeña también le hicieron los agujeros de las orejas "porque ella quería llevar pendientes como sus hermanas [de acogida]".

Hernández valora positivamente la experiencia vivida este verano -y por ello repiten- y asegura que es una gran lección de humildad para sus dos hijas. "Tras acoger a Serakova, mis hijas aprecian más todo lo que tienen, y la niña [Serakova] es una más de la familia", indica.

Vandic Shurinec también tiene familiares en Mallorca. Este joven de 21 años es el más veterano en el programa de acogida: lleva 15 años con esta familia. "Tenía muchas ganas de voler a verlos", afirma en mallorquín Shurinec a su llegada al aeropuerto de Son Sant Joan. Su padre de acogida, Joan Horrach, ha intentado traerlo a España "pero no hay manera". "Me piden que tenga estudios universitarios y obviamente no los tiene porque su familia no tiene recursos", señala Horrach. Pero no se dan por vencidos. Mientras, Shurinec trabaja en una granja de su país y viaja a la isla durante el mes de vacaciones.

Pero no todos viajan por ocio. En el caso de Yehor Onisencho, de seis años, tiene un problema en la vista y debe ser operado. Desde la Associació per ells aseguran que el niño será intervenido en el mes de enero. Y es que durante sus estancias, estas familias aprovechan para llevar a los pequeños al médico y ayudarles en todo lo que pueden. "Queremos darles una segunda oportunidad en su vida y demostrarles que lo que viven no es lo normal", concluye Hernández.