En la Mallorca de la postcrisis el número de personas que viven en la calle ha aumentado un 44% en cuatro años, pasando de las 156 contabilizadas en 2015 a las 225 de este año, según los datos definitivos del censo realizado por el Institut Mallorquí d'Afers Socials (IMAS) y publicado en la revista digital Alimara.

El incremento se ha notado especialmente entre las mujeres, que aunque siguen siendo minoría en el colectivo de personas sin hogar que duermen en la calle, se han duplicado, pasando de 24 a 49.

¿Por qué se registran estos incrementos en una isla de récords turísticos en la que supuestamente la economía va como un tiro? Alfonso López Bermúdez, trabajador social, profesor de la Universitat e investigador del sinhogarismo, razona que la problemática es "multidimensional".

Y en la dimensión estructural hay situaciones que no mejoran: por ejemplo, la combinación del empleo basura con la burbuja inmobiliaria y los alquileres disparados.

Un dato a tener en cuenta en relación con estos factores estructurales es que del centenar de sintecho (109 exactamente) que sí se prestaron a ser entrevistados por los trabajadores del IMAS, la mayoría se había dedicado a la construcción (un 28%) o a la hostelería y restauración (otro 28%).

Hay un factor también relacional: la falta de red social empuja a muchas personas a la calle y genera una serie de problemas vinculados. A nivel personal, también tienen su peso problemas de adicciones o de enfermedades mentales (o ambas, la conocida patología dual).

A nivel institucional, también hay aspectos a mejorar. Faltan profesionales especializados; facilitar el acceso a las prestaciones; y un contexto político adecuado.

En su última investigación, recientemente premiada por el Colegio Profesional de Trabajo Social de Málaga, López recoge los testimonios y opiniones de los trabajadores sociales que están en la primera línea, ya sea en entidades sociales o instituciones públicas.

Estos apuntaron como causas "la lentitud de la Administración para poner en marcha los recursos necesarios"; "la falta de plazas y saturación de los servicios" así como "la falta de implicación de las administraciones públicas y la voluntad política".

Falta de dinero y trabajo

Al preguntarles a las personas sin hogar los motivos por los que están viviendo en la calle, un 36% dijo por falta de trabajo; un 19%, por falta de dinero y un 12% por problemas de alcoholismo y otras adicciones.

Para valorar estos datos se debe tener en cuenta que a la hora de señalar los motivos se podían seleccionar varios y que 101 de las 225 personas detectadas en la calle no quisieron facilitar información, con lo que no hay datos sobre ellos.

De los 124 que sí contestaron, el 54% son españoles, destaca Alfonso López, y el 44% son extranjeros originarios de algún país de la Unión Europea. Solo un 2% son extranjeros de origen extracomunitario.

De los españoles, cuatro de diez son nacidos en Balears. Y mirando el total, se ve que la inmensa mayoría hace más de tres años que vive en Mallorca.

Según indica el investigador, en la isla el factor clima (su nueva línea de investigación) parece no traducirse en la llegada de personas de sin vivienda de otros sitios. En Andalucía por ejemplo sí tienen constancia de que desde el norte llegan atraídos por un clima más benigno.

"La mayoría de personas contabilizadas en el censo de 2019 llevaban viviendo en Mallorca muchos años", narra López Bermúdez, "muchos vinieron a Mallorca por trabajo y después se han visto en esta situación". Para el investigador este hecho podría ser positivo ya que "si se les detectara a tiempo, cuando llevan poco tiempo en la calle, podríamos revertir la situación más fácilmente". Recuerda que el 46% de los que dieron información aseguraron que antes de dormir en la calle estaban en su casa o en una habitación o piso compartido.

Alfonso López, profesor de Trabajo Social e investigador en la UIB. B.R.

El profesor advierte del riesgo de la aporafobia: la mitad de estas personas dijeron haber sido víctimas de agresiones, sobre todo robos (41%), seguido de insultos (27%) y agresiones físicas (un 26%). Un 6% dijo haber sufrido agresiones sexuales.

Calles, plazas, parques o playas son los lugares en los que dormía un tercio de las personas sin hogar; un 33%, en asentamientos o chabolas; un 16% han buscado casas o edificios abandonados o en obras. Tres personas estaban en una cueva y seis en alguna construcción no habilitada para vivir como naves industriales, aparcamientos o subterráneos.

El número de personas sin hogar contabilizadas por el IMAS incluye a las que están en la calle y también a las 286 personas que pernoctan en centros de acogida.

Eso dejaría un saldo de 511 personas sin hogar en las islas, aunque la cifra sería más alta si se pudiese poner números a fenómenos actuales como el de las familias que okupan pisos al no poder asumir la subida del precio del alquiler.

"Estrictamente hablando también se considerarían personas sin hogar aquellos internos de la cárcel a los que les queda un mes para salir y no tienen dónde ir o los menores extranjeros no acompañados que están en centros hasta que cumplen 18 años", reconoce López, "la realidad del sinhogarismo es mucho más amplia".

Faltan datos, recursos (por ejemplo, duchas públicas, un servicio inexistente en las islas) y campañas de sensibilización. En Mallorca aún no se ha realizado un plan específico para atajar el sinhogarismo (como se estableció en una estrategia impulsada por la Unión Europea en 2015).

Pero con todo el investigador ve que se avanza con programas como Housing First, mediante el cual el IMAS ofrece una vivienda a personas sin hogar como primer paso para iniciar un proceso de reinserción laboral y social.

Gestión de casos

Tras su investigación con los trabajadores sociales, el profesor de la Universitat cree que una buena estrategia sería la gestión de casos, como se hace con las personas con discapacidad.

Consiste en constituir un cuerpo de técnicos a los que se les asignan los casos de una serie de personas concretas. El técnico se convierte en su persona de referencia y les acompaña en el proceso de inserción y de recuperación de hábitos sociales. Este modelo no se ha aplicado nunca a las persona sin hogar.

En esta línea, Alfonso López Bermúdez también propone medidas como dar ventajas fiscales a las empresas que den una oportunidad laboral a personas sin hogar.

El investigador aboga también por difundir más información sobre la red de recursos existentes: "Mucha gente no sabría dónde acudir si de repente se viera una noche en la calle".

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