—Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Se fían del arrepentimiento de Airbnb?"

—No nos fiamos de Airbnb, pero todavía menos de la inspección de la Conselleria de Turismo, a la que contemplamos llevar ante la fiscalía por dejación de funciones.

—¿Qué les han hecho?

—La macroconselleria ha permitido que se cumpla un viejo sueño del anarquismo de derechas, la actividad económica sin restricciones ni inspecciones.

—Negueruela les recibió a su llegada.

—Sin cava ni canapés, con buenas palabras y la promesa de que podremos explicarle a la directora general nuestras denuncias contra Alzina Living.

—Compararse con Magaluf es una exageración.

—Estamos en camino, pero Son Espanyolet no es Magaluf.

—¿Por qué iba Son Espanyolet a librarse de la destrucción de otras barriadas?

—Porque los vecinos hemos ejercitado nuestra soberanía, nuestra libertad y nuestro deseo de que el barrio no funcione sin trabas ni límites.

—¿Se ha sentado cara a cara con el hotelero noruego?

—Se nos ha propuesto, pero no nos hemos de sentar a negociar que no nos pegue tan duro o que nos haga menos daño. Es un empresario no ejemplar, con sobreoferta.

—El noruego dice que ustedes quieren un Son Espanyolet de funeral.

—No es un vecino, que venga a probar su medicina o que haga las cuentas en su casa. Me recuerda a Hegel, "el pueblo es aquella parte del Estado que no sabe lo que quiere".

—¿Ha recibido ofertas por su casa?

—Cada día te dejan un papel y un teléfono, pero no me afecta. Tengo una casa típica, una planta baja con un piso y patio. Es un diez de barriada.

—¿Se pagaron millones por las casas de su barrio?

—El que vende siempre dice que ha cobrado más, pero se pagaron cifras importantes. La crisis frenó una oleada de inversiones, mientras reventaban Santa Catalina.

—Invitaron a los alcaldes Hila y Noguera a dormir en Son Espanyolet.

—Podían venir acompañados, con gastos pagados y todos los honores, para que comprobaran de primera mano lo que es convivir con el turismo de excesos.

—Llamar a la Policía Local por ruidos y nada es lo mismo.

—La callada por respuesta. La Policía Local de Palma está en situación crítica, hay que cerrarla y empezar de cero. No inspeccionan, respetan a quien crea problemas.

—¿Ahora es menos de izquierdas?

—Nunca había crecido tanto el número de plazas turísticas, hoteles y vacacionales como con el Govern de Progreso de PSIB, Més y Unidas Podemos. Y después Hila presume de frenar el cambio climático.

—"Unos pocos huéspedes irresponsables", dice Airbnb.

—En la dosis está el veneno. Si metes a veinte personas en un inmueble, con fiestas, eventos, torrades y paellas, el resultado está garantizado.

—¿Protestar ante Airbnb será más útil que llamar a la Policía?

—Probablemente, o más que acudir a la Conselleria. No seré yo quien defienda a Airbnb, pero muestran una cierta voluntad de corregirse para proteger su negocio. En la Inspección Turística no nos quieren ni recibir, desde que les hablamos de prevaricación.

—El mallorquín no protesta, por definición.

—Tenemos una sociedad civil con un pathos sumiso, pero no todos los mallorquines somos iguales por fortuna.

—El mallorquín desconfía de quien protesta, por definición.

—Porque está detrás de la roca, no quiere mojarse ni comprometerse hasta saber quién ganará la partida.

—Son Espanyolet Existe hubiera obtenido un diputado.

—Quizás nos lo planteemos, presentarse a las municipales para sacar un concejal a Cort. Sería divertido.

—El título de Hotel Vikingo fue un acierto.

—Era la denominación simbólica de un proyecto de hotelería horizontal con más de siete viviendas. Impediremos que se consolide el Hotel Vikingo en Son Espanyolet.

—¿Nunca ha utilizado Airbnb, Tripadvisor o Booking?

—Yo confieso que he utilizado Airbnb para viajar a Roma, Berlín o la Provenza, pero nada que ver con lo de Son Espanyolet.

—¿Y el máster que ha cursado en Derecho Urbanístico?

—Es interesantísimo. Tengo una veta de escribir, de formalizar, y he aprendido a desarrollar aspectos legales o contractuales. Y otros vecinos también.