"En el año 92 el cambio climático era una amenaza. Hoy es una realidad. Las concentraciones de emisiones en la atmósfera han alcanzado un nivel que no tenían desde hace tres millones de años. 2018 ha sido el año de más emisiones de toda la historia. Lo que antes era una previsión, ahora es una realidad. La ciencia no se ha equivocado. El cambio climático es a día de hoy seguramente la cuestión científica más estudiada a nivel mundial". Pau de Vílchez, profesor de la UIB(LINCC), ha estado una semana en la cumbre de Madrid COP25 como observador. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático ha acabado con un acuerdo de mínimos.

"El resultado de esta cumbre ha sido desastroso para muchos. No se ha conseguido lo que queríamos, pero tenemos que ser conscientes del camino que se ha recorrido. Hay que movilizarse aún más. La esperanza es imprescindible para actuar. El futuro no está escrito, tenemos margen para actuar y hay que seguir actuando", destaca el investigador de la UIB.

"En 2009 hubo la peor cumbre y, seis años después, en 2015 se alcanzaron los acuerdos de París. La historia no es lineal. Hay diferencias respecto a 2009: la primera, la movilización mundial, millones de jóvenes se han movilizado, muchos de ellos de aquí a dos años estarán votando, hay un cambio generacional muy importante; la segunda diferencia es que ha cambiado la conciencia global sobre el cambio climático, esto se traduce en actuaciones legales en materia climática, los tribunales están actuando y condenando a los Estados; y la tercera es que hay países como los del Pacífico o la Unión Europea que tienen la capacidad de oponerse a las posturas de Estados Unidos, Australia o China", señala en tono esperanzador el profesor de Derecho Internacional de la UIB.

"En Balears, un 40 por ciento de nuestras emisiones vienen de la generación de electricidad, del carbón, del diésel y del gas que utilizamos para producir la electricidad que consumimos. Si generáramos toda la electricidad a través de renovables ya habríamos reducido un 40% nuestras emisiones. La segunda fuente principal de emisiones en las islas es el transporte: un tercio son los coches, basta ir a la Vía de Cintura cada mañana para comprobarlo; otro tercio son los barcos y otro tercio, los aviones. Sí o sí tendremos que cambiar nuestra manera de movernos", asegura De Vílchez.

"Los Estados tienen obligaciones muy importantes de reducción de emisiones, las empresas tienen una gran responsabilidad, pero cada uno de nosotros también tenemos una responsabilidad enorme. Somos un millón de personas en esta comunidad autónoma. Cómo nos movemos tiene unas consecuencias. Podemos cambiar nuestros hábitos, todos podemos cambiar cosas, todos. Podemos cambiar dónde ir a comprar, por ejemplo ir a pie a la tienda de al lado, ir a la universidad en bici... Es muy importante percatarnos de que estamos ante una emergencia real. La casa se está quemando y no podemos decir me voy a tomar un gintonic y después ya iré a por un cubo de agua y lo tiro", alerta el investigador.

En esta COP25 había tres cuestiones en la agenda oficial. Solo se ha llegado a un acuerdo en una de ellas, referente a los daños y pérdidas, pero no entra en detalles, según indica De Vílchez. Otra cuestión muy importante que no figuraba en la agenda oficial eran los compromisos de reducción de cada Estado. "La UE ha anunciado dos cosas en esta cumbre de Madrid: que en el año 2030 su reducción de gases de efecto invernadero no será de un 40%, sino que será de entre un 50 y un 55%; y se ha aprobado el plan verde de Europa, con el objetivo de que en 2050 Europa esté descarbonizada, es decir emisiones cero en 2050. Esto está muy bien", reconoce el investigador mallorquín. En cambio, China, Rusia o Estados Unidos no lo han hecho.

"También se ha aprobado en esta COP25 el plan de acción de género. Es muy relevante porque nunca se había tenido en cuenta el género en la lucha contra el cambio climático. Las mujeres contribuyen menos al cambio climático que los hombres por sus hábitos de consumo y transporte", explica el profesor de la UIB.

"La ciencia nos dice que ahora nos encontramos en un momento histórico en el cual aún podemos controlar las emisiones que principalmente causan el cambio climático porque son emisiones que derivan de la actuación del ser humano. Principalmente, vienen de la producción de electricidad, del transporte, de la industria y del modelo agrícola. Los recursos que tenemos en nuestro planeta no son infinitos", informa De Vílchez.

"Los científicos nos dicen que nosotros ahora todavía tenemos una ventana de oportunidad, un margen, para reducir las emisiones que estamos generando. Está en nuestras manos hacerlo. Tenemos la tecnología y la capacidad para hacerlo. El problema es que si no lo hacemos o tardamos demasiado, se pondrán en marcha los mecanismos del calentamiento global: habrá más incendios, deshielo, los océanos pasarán a ser emisores de CO2, el nivel del mar aumentará mucho más... La situación será extremadamente complicada. Son los puntos de no retorno", alerta el investigador de la UIB.

"Por eso, la ciencia dice que el momento de actuar es ahora. El título de esta COP25 de Madrid era ´Actuar ya´. Tenemos que ir a una emisiones netas igual a cero de aquí al año 2050, es decir, en el 2050 deberíamos dejar de emitir gases de efecto invernadero. Ahora tendríamos que reducir un 7 por ciento cada año. Si esperamos a 2025, tendríamos que reducir un 15% cada año. Es decir, no tenemos tiempo que perder. Lo que dice la ciencia, básicamente, es que de aquí a 2030 tenemos que multiplicar por cinco nuestros esfuerzos de reducción de emisiones, esto pasa por un cambio en la manera que tenemos de hacer las cosas", subraya De Vílchez.

"Podemos ver la lucha contra el cambio climático como un sacrificio, pero esto es un error, es falso. Los cambios imprescindibles para luchar contra el cambio climático a medio y largo plazo no son un sacrificio, sino que implicarán una mejora importante en nuestra calidad de vida. Cada año mueren 10.000 personas en España como consecuencia de la contaminación del aire. Quitar los coches de la ciudad, reducirá esta cifra", anima el subdirector del LINCC.

"No se puede luchar contra el cambio climático sin luchar contra las desigualdades. Los países más ricos del mundo producimos el 50% de las emisiones. Mientras, los más pobres producen un 10%. La sociedad de la abundancia que tenemos es profundamente injusta con el resto del mundo y además está destruyendo el planeta", critica De Vílchez.