"Hay que prohibir Pretty Woman. Muchas mujeres creen que un hombre las rescatará. Es el mito del amor romántico que ahora tanto se está cuestionando, que un príncipe azul acudirá con un caballo blanco y te rescatará de esta situación horrorosa que estás viviendo". Francisca Muñoz-Ramos Ripoll no se anda con tapujos. Lleva diez años trabajando como psicóloga en Casal Petit, la entidad de la Congregación de Hermanas Oblatas que ayuda a las mujeres en situación de prostitución en Mallorca. Ha atendido a decenas de mujeres.

Muñoz-Ramos hace referencia a la popular película estadounidense, protagonizada por Julia Roberts y Richard Gere en los años 90, para criticar el mito del amor romántico. "Muchas mujeres que ejercen la prostitución realmente creen que un hombre las rescatará. De hecho, hay casos de clientes que les han ofrecido casarse con ellas o sacarlas de la calle o de un club y llevarlas a su casa y luego las tienen de prostitutas en su domicilio", advierte la psicóloga, con 25 años de experiencia.

"Aquí, en Casal Petit les informamos bien de sus posibilidades y ellas deciden. La información y la formación son las bases con las que trabajamos", recalca la profesional. La entidad ofrece atención psicológica individual dos días a la semana. En 2018, 46 mujeres fueron atendidas por la psicóloga en Palma, lo que supone más del 20 por ciento de las usuarias del Casal. Más del 20 por ciento de las usuarias del Casal recibieron atención psicológica. Además, Muñoz- Ramos también interviene en los talleres que se llevan a cabo con las mujeres.

"Si las trabajadoras sociales detectan un bloqueo emocional de la mujer, le recomiendan atención psicológica. La mayoría de mujeres crean un personaje para ejercer la prostitución. Se disocian. Por ejemplo, una mujer muy tímida en su vida cotidiana crea un personaje para poder ejercer y se convierte, así, en una mujer descarada, contenta, feliz, que es lo que puede querer el hombre. Y, para poder llevar a cabo según qué prácticas sexuales se disocian, salen de ellas mismas, abandonan su cuerpo para dejarse llevar y realizar estas prácticas. Es una disociación", detalla la psicóloga de Casal Petit. "Lo habitual es que las mujeres utilicen otro nombre para ejercer la prostitución. Crean un personaje con un nombre diferente al suyo", añade.

"Una de las cosas que vemos a menudo son problemas de salud mental. Se trata de mujeres con trastornos de ansiedad, depresiones, somatizaciones... Viven con ansiedad y angustia porque, por ejemplo, en sus países de origen hay un reclamo de necesidad real para ayudar a sus familias. Por eso, necesitan enviar mucho dinero a sus países y les crea ansiedad", explica Francisca Muñoz- Ramos.

"En muchos casos son consumidoras de drogas y alcohol. Hay un trastorno dual: un trastorno mental más un consumo de sustancias. Los clientes las obligan a consumir cocaína y también tienen que tomar copas. Ellas, a veces, intentan evitar el consumo de droga. Otras mujeres fuman cannabis para descansar, evadirse, relajarse. Tienen unos horarios muy complicados y raros. No padecen grandes adicciones, son consumidoras ocasionales debido al ejercicio de la prostitución", informa la psicóloga.

"El presente de muchas mujeres es horroroso, pero su pasado es aún peor. Las mujeres que provienen de África han tenido que cruzar el desierto, han pasado por muchas cosas, violaciones, abusos, han visto morir a sus amigas, han tenido que beber su propia orina o incluso venderla para poder sobrevivir... Han vivido cosas muy duras", asegura Muñoz- Ramos, quien indica que el perfil de mujeres a las que atiende va cambiando. "Es un perfil distinto el de una mujer nigeriana al de una mujer de Venezuela, Colombia o Brasil. Tenemos también mujeres con formación y estudios, incluso licenciadas, que no tienen papeles, su situación en España es irregular y se ven abocadas a ejercer la prostitución", destaca la profesional.

"Las mujeres padecen secuelas como baja autoestima, trastorno de estrés postraumático, fobias o el estigma de que todos sabrán que es o ha sido prostituta. En Casal Petit les damos seguridad, las empoderamos", recalca la psicóloga.

"Lo que más valoro de estas mujeres es la resiliencia, la capacidad que tienen para salir adelante pese al trauma. Son mujeres con una gran fortaleza y ellas no son conscientes. También me sorprende su fe en la religión o en la familia que les ayuda a salir adelante", subraya Muñoz- Ramos. "Lo peor que he visto es el proceso del proxeneta para anular la voluntad de la mujer y que quede bajo sus órdenes", agrega.

"Hay una frase de la fundadora de la Congregación que decía que estos procesos solo se pueden conseguir poco a poco y solo poco a poco. No podemos cambiar de golpe una cosa que ha durado mucho tiempo. Como profesionales tenemos que tener paciencia y esperar que cada mujer tenga su proceso. Se trata de un proceso muy lento, fluctuante y no nos podemos sentir fracasadas si las mujeres vuelven a la prostitución. Nunca se da por cerrado ningún caso. Las puertas siempre están abiertas y no se juzga a las mujeres", concluye la psicóloga de Casal Petit.

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