No hay excusas para que los periodistas se hagan eco de fake news. Ni esgrimir la precariedad que azota a los medios, ni la competencia voraz de las redes sociales donde la información se convierte en viral en cuestión de segundos. Para el redactor de Maldito Bulo, Andrés Jiménez, la prensa tiene un compromiso con sus lectores: "contarles la verdad". Así, señaló que pese a la existencia de este tipo de plataformas dedicadas a la verificación, ni las prisas, ni la falta de medios justifican que no se haga el trabajo periodístico: "Efectivamente ha habido una precarización tremenda, pero nosotros no estamos para hacerle los deberes a nadie", constató.

Este fue uno de los mensajes que Jiménez deslizó ayer durante la mesa redonda celebrada en el club de este diario para analizar el fenómeno de las noticias falsas, que contó también con la intervención de la directora de este rotativo, Maria Ferrer, el director general de IB3, Andreu Manresa, la corresponsal de TV3, Margalida Solivellas y el redactor de la agencia Efe, Tomás Andújar. Antes del debate, el redactor de Maldito Bulo desgranó ante el auditorio algunas de las herramientas para poder detectar una fake new, lo que a su juicio es un "término sexy" que se ha propagado, cuando sería más correcto hablar de "desinformación o bulo".

En este sentido, defendió la "alfabetización mediática" de la población que lleva a cabo la entidad en la que trabaja, dado que según puso de relieve, no todo el mundo cuenta con las mismos conocimientos para hacer frente a las noticias falsas.

Por su parte, los informadores, pese a coincidir en que la prensa no atraviesa sus horas más boyantes en lo que a recursos se refiere, pusieron en valor su labor. "Nunca ninguna red social sustituirá una noticia ni la mirada de un periodista para construir una información", recordó Manresa, quien apeló a contrastar la información para evitar lo que llamó "noticias niebla", procedentes de "grandes bloques internacionales" o simplemente "pirados". No obstante, destacó un aliado para blindar la información veraz: "la mirada del consumidor, su inteligencia".

Impacto

Mucho más pesimista se mostró Andújar, quien si bien recordó que los bulos no son ningún invento de estos días porque siempre han existido, sí que tienen una ventaja en los tiempos de Internet y las redes sociales: su rápida difusión, "su gran impacto". En este punto, advirtió de lo fácil que puede ser que nos acaben dando gato por liebre: "Un buen bulo tiene forma de noticia, quien lo hace no son periodistas pero saben la forma que tiene la información", remarcó.

Sin embargo, Jiménez lanzó un mensaje tranquilizador a sus colegas: a pesar de la precariedad de la prensa, de sus crisis reputacional, las cosas no se están haciendo tan mal. "Solo una milésima parte de los bulos que llegan a Maldita proceden de medios de comunicación".

Al respecto, Solivellas puso un ejemplo muy gráfico de desinformación: la campaña electoral que llevó a cabo durante la primera vuelta de los comicios el actual presidente de Brasil, el populista Jair Bolsonaro. "No dio entrevistas, solo trasladaba su mensaje, de inspiración bíblica, a través de las redes sociales y envíos masivos de whatsapps. Así llegó a presidente". Por ello, llamó a poner en tela de juicio las redes sociales: "Hoy se pueden comprar mil seguidores de Twitter por 18 euros".

Y tras detallar los periodistas el sombrío panorama que deja la desinformación, la pregunta estaba servida: ¿se puede combatir?

Jiménez recordó que en otros países se ha regulado y ya hay leyes que la penalizan, si bien advirtió de la delicada línea que separa esta regulación de la censura. "Entrar a regular la frontera entre tratar de evitar la generación y difusión de noticias falsas y querer entrar en el control de las informaciones puede ser una tentación bastante jugosa", alertó Ferrer. "Cualquier regulación me parece peligrosa, una vulneración del principio de libertad de información, no sé si sería práctico porque llevaría a más problemas que soluciones", aseveró Andújar.

Tampoco se mostró partidario de la esta medida Manresa, porque a su juicio es un camino para la censura previa y represión de los medios, y porque todos aquellos que se sientan difamados ya cuentan con una vía específica como es acudir a los tribunales. Y lo que es peor, porque de existir esta ley, "¿quién va a decidir lo que son fake news?, se preguntó".

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