El empresario Martí Gual Frau, de unos 70 años y cuyo cadáver apareció el pasado sábado junto al cementerio de Maria de la Salut con un disparo en la cabeza, estaba muy agobiado y preocupado por el juicio que tenía pendiente del caso Sa Nostra y por las causas penales por delito fiscalcausas penales por delito fiscal, según señalaron ayer fuentes jurídicas próximas al fallecido. Gual, que antes de la crisis creó un imperio empresarial y que después invirtió en negocios en Uruguay, tenía también su patrimonio embargado por la Audiencia Nacional, sus empresas en quiebra y pasaba una mala época anímica.

La fuente informativa añadió que habló con Gual, para el que se archivarán sus casos, hace unos pocos días y lo encontró desanimado, pero no hasta el extremo de que pudiera haber un fatal desenlace.

El amigo expresó al empresario su gran optimismo por el desenlace del caso Sa Nostra, un juicio que veía fácil de ganar y donde la Fiscalía reclamaba para Gual, al igual que a otros tres acusados que en su día integraron la cúpula de la entidad, una pena de cuatro años de cárcel por apropiación indebida o, alternativamente, delitos societarios. Los ánimos del amigo no convencieron al promotor, que también mostró su desazón por las otras causas penales.

Gual estaba siendo investigado en los juzgados de instrucción 2 y 3 de Palma por sendos delitos fiscales. En la primera causa la Fiscalía le imputaba un supuesto delito contra la Hacienda Pública de 400.000 euros.

Ingresos de Uruguay

Gual negó ante la jueza de instrucción 2 haber cometido un delito fiscal al no declarar a Hacienda más de 400.000 euros por el IRPF de 2012. El empresario, defendido entonces por Pedro Horrach, aseguró que esos ingresos provenían de sus negocios en Uruguay, un país donde tenía inversiones.

Horrach fue el abogado del fallecido en el caso Sa Nostra y en ese presunto delito fiscal, pero Martí Gual estimó que era más conveniente para su futuro cambiar de letrado y fichó a Cristóbal Martel, uno de los mejores penalistas de España, para que le representara ante la Audiencia Nacional. Para los casos de Palma contrató a un tercer letrado.

No hubo concierto

Básicamente, las fiscales Myriam Segura y Belén Dorremochea, acusaban al promotor de concertarse con la cúpula de Sa Nostra para hacerse cargo de un proyecto inmobiliario en Son Bordoy, que estaba a punto de causar la ruina de la entidad financiera pública. Martí Gual recibió de la caja decenas de millones de euros para el proyecto, pero habría desviado estas sumas a otros negocios en España o en el extranjero.

Cristóbal Martel mantenía la tesis de que no se produjo tal concierto y afirmaba, por el contrario, que lejos de producirse un desvío millonarios de fondos de Sa Nostra, su cliente había revalorizado el proyecto de Son Bordoy.

Todavía no hay fecha para la vista oral, que probablemente será el próximo año. Uno de sus hombres de confianza, Javier Collado, sigue de acusado en el caso Sa Nostra.

Pinacoteca

Martí Gual era aficionado al arte y poseía, según las fuentes informativas, una excelente colección de cuadros.

Algunas de estas obras le habrían bastado para saldar sus deudas con Hacienda, según los informantes. Entre los hechos que la Fiscalía le atribuía, se hallaba el usar fondos destinados a urbanizar Son Bordoy para pagar compras en una galería de arte de Colonia y el colegio en el extranjero de una de sus hijas. Gual, según las fuentes, tenía cuatro hijos.

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