"Tengo dos trabajos para elegir. Una empresa es de turismo y la otra no", dice David G., informático. "Nosotros -añade otro colega de su profesión, casi como disculpándose- tenemos una situación diferente". Se refiere a que les resultará más fácil recolocarse dado su especialización. David, de todas formas, hace una salvedad: "No tendré las mismas condiciones que aquí", dice frente a la sede del edificio de Thomas Cook, donde ha trabajado casi cuatro años.

La otra cara de la moneda es Cristina. "Treinta y cuatro años" en el tajo, en el departamento de traslados. "Con 60 años no sé qué haré. Cobrar el paro y ver si a los 63 me puedo retirar. Esto es muy triste, hemos sido como una familia".