Sobre el papel, es sencillo de explicar. Un paciente se somete en Son Espases a un TAC. La parte de la imagen de esa prueba diagnóstica que se desee puede imprimirse en 3D para que el cirujano practique sobre ella la próxima intervención o para que la visualice en el ordenador y, provisto de unas gafas y un mando en cada mano, pueda recorrer y experimentar virtualmente con la parte anatómica a la que días más tarde se enfrentará en la mesa de operaciones.

Y este no es un artículo de ciencia ficción. La impresión 3D aplicada al ámbito sanitario ya es una realidad como lo demuestra la creación, desde comienzos de año, de una comisión para avanzar en esta innovadora tecnología en el hospital de Son Espases.

El anestesista Leandro Brogi, coordinador de esta comisión, revela que de estas impresiones en 3D ya se han beneficiado 15 pacientes del servicio de maxilofacial que han sido intervenidos de fracturas óseas en la órbita del ojo y de roturas mandibulares y faciales, fundamentalmente.

Ferrà con las gafas y mandos, el informático Santiago Garau, la radióloga Carolina Nieto y el coordinador Leandro Brogi. B.R.

Unas operaciones que, gracias a esta impresión previa, han sido más precisas y exitosas y han precisado de menos reintervenciones, apunta otro miembro del equipo, el biotecnólogo Marc Ferrà.

Carolina Nieto, especialista en Radiología intervencionista, es la encargada de pintar el "hueso" que aparece en la prueba diagnóstica en dos dimensiones para darle volumen y convertirlo en la imagen en 3D que luego será impresa. "Un TAC te muestra la imagen en forma de láminas de entre medio y un milímetro, como si fueran las lonchas cortadas de un fuet", explica coloquialmente.

Es una imagen en tres planos, transversal, axial y cenital. El trabajo del radiólogo, el especialista médico más acostumbrado a interpretar radiografías y pruebas de imagen y el que más sabe de las diferentes densidades de los órganos, es el encargado de "pintar el hueso" que se quiere reproducir y, al tener los tres planos pintados, ya consigues la imagen en 3D.

Esta es la causa por la que esta novedosa tecnología se esté aplicando de manera inicial con tejidos óseos de una dureza y consistencia más fácilmente reproducible que otros órganos blandos del cuerpo humano.

'Stents' en su lugar preciso

Brogi retoma el discurso para avanzar que el próximo servicio que podrá beneficiarse de esta tecnología será el de Traumatología infantil, ya el próximo año, al que seguirá la de adultos para proseguir con Cirugía Vascular.

"Gracias a las imágenes de ordenador o a la impresión que realizamos el cirujano podrá ver antes el estado de una arteria obstruida y planificar en qué lugares puede colocar los stents (muelles para mantener abiertas vías cerradas)", pone como ejemplo el coordinador.

Su utilidad en cirugía cardiaca es, al menos para Son Espases, menor. Brogi explica que está indicada para patologías congénitas del corazón, unas malformaciones que habitualmente se diagnostican en pacientes neonatos o pediátricos que son derivados a otros hospitales para su tratamiento ya que aquí no existe la especialidad.

El futuro más inmediato pasa por reproducir órganos en 3D que luego sean implantados en el propio paciente. Pendientes de que a mediados del año que viene la UE reglamente qué materiales se podrían usar en un cuerpo humano para reemplazar un órgano dañado, hoy en día estas intervenciones únicamente se hacen por parte de empresas privadas en Estados Unidos y a un coste muy elevado.

Brogi explica los motivos. En primer lugar porque se precisa una impresora de titanio cuyo precio, calcula, rondaría entre el medio millón y el millón de euros. Una impresora que usa polvo de titanio en lugar del habitual tóner también de coste muy alto. "Hasta que esta tecnología se abarate, lo más lógico es que se creara una empresa nacional que diera servicio a todos los hospitales públicos del país", sugiere el coordinador.

"Es una tecnología muy sucia, genera mucho polvo y su instalación sería incompatible en un ambiente hospitalario", apunta Marc Ferrà, que remarca que lo normal es que este servicio estuviera externalizado y que apunta otra significativa ventaja.

Prótesis más perfectas

"Una prótesis de cadera realizada mediante impresión en 3D no solo es mucho más perfecta y se ajusta mejor porque ha tomado como modelo la real, sino que la propia textura que le da la impresión, más rugosa, imita mejor la de la propia cadera y mejora las prestaciones de las ortopédicas que se colocan hoy en día".

Mientras tanto, su aplicación actual pasa por lo descrito en esta información. Las piezas realizadas en 3D que la ilustran han supuesto un coste aproximado de unos 40 euros. Módico precio que es posible gracias a que se utiliza un material barato, plástico médico, y porque no incluye las horas invertidas por los trabajadores que conforman esta comisión y que, subraya Brogi, "si lo hubiera hecho una empresa externa no bajaría de los 200 o 300 euros".

Las posibles aplicaciones de esta tecnología en el ámbito sanitario es un campo aún abierto aunque Ferrà ya avanza que estas piezas en 3D ya pueden usarse para docencia de anatomía y para el ensayo clínico de fracturas.

El biotecnólogo Ferrà analiza una imagen 3D en el ordenador. B. RLa apuesta

La Comisión de Impresión 3D de Son Espases, uno de los pocos hospitales del país que ha apostado por esta novedosa tecnología, ha sido posible gracias a la inquietud de los profesionales del centro y "al apoyo dado por la dirección a este proyecto de innovación", subraya Brogi que añade que en este grupo impulsor del proyecto participan la subdirectora quirúrgica Marta de la Cruz, el cirujano maxilofacial Pablo Espinosa, el cirujano pediátrico Luciano Perri, la residente de Maxilofacial Alba Verano y los informáticos Santiago Garau y Juan Carlos Pérez Valera, aparte de las personas con voz en esta información.

Hoy, lunes, Son Espases organiza una jornada abierta a todo el personal del hospital así como a profesionales de la UIB y al público en general para explicar los conceptos básicos de esta nueva tecnología en su aplicación sanitaria. Una jornada a la que el pasado viernes ya se habían apuntado cerca de 200 personas y que contará con la intervención de especialistas del hospital Sant Joan de Déu de Barcelona.

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