La imagen del tiburón como un implacable devorador de incautos bañistas, bastante extendida desde que a mediados de los setenta Steven Spielberg estrenó Jaws (Mandíbulas), poco tiene que ver con la realidad. Y Shark Med, una asociación que se autodefine como los "médicos de los tiburones del Mediterráneo", publicó ayer un vídeo en el que intenta desmontar esta imagen que no dudan en calificar como una gran falsedad.

Agustí Torres, fotógrafo especializado en imágenes submarinas y documentalista de Shark Med, recuerda que, tal y como se destaca en el vídeo difundido por su asociación, el último ataque documentado de un tiburón al hombre en Balears data del año 1912, hace más de un siglo. "Al año se producen unos nueve ataques de tiburón blanco a seres humanos en todo el mundo. ¿Sabes cuántas personas mueren en Estados Unidos por ataques de perros cada año? Doscientas cincuenta. Y no se considera al perro como un peligroso asesino", esgrime Torres un argumento difícilmente rebatible.

SHARK MED Teaser 3min from Agustí Torres on Vimeo.

Este especialista de la imagen lleva embarcado desde el año 2017 en una campaña para grabar tiburones pelágicos (de alta mar) en Mallorca con el objetivo de recabar más información sobre las especies de escualos que aún subsisten en estas aguas y su estado de conservación. Un estudio realizado en el año 2008 concluyó que el 90% de los tiburones de Balears se habían extinguido, pero se hace necesario actualizar estos datos.

Torres colabora en este proyecto con Ana María Abril, bióloga de la UIB y presidenta de Shark Med, y con Eric Clua, veterinario y biólogo francés de la Universidad de Perpiñán dedicado desde hace más de 15 años al estudio de los tiburones por todos los mares del mundo.

Enemigo de hoteleros y pescadores

"Tradicionalmente aquí (en Balears) se ha visto al tiburón como un enemigo. El sector hotelero le temía porque pensaba que su presencia disminuiría la llegada de turistas a nuestras playas. Y el sector pesquero le veía como un competidor que le privaba de mayores capturas", explica el documentalista.

Pero todo esto es falso. Como se ha dicho antes, no hay ataques documentados de tiburones a bañistas desde hace más de un siglo. Y eso pese a que en los años 60 y 70, cuando se pescaban atunes rojos con almadrabas en las bahías de Alcúdia y Pollença, era habitual que estas redes atrapasen ejemplares de los temibles tiburones blancos mientras perseguían a una de sus presas favoritas. "En esos años ya había muchos turistas en nuestras playas y nunca se produjo un ataque a un ser humano", rebate Torres las suspicacias del sector hotelero.

En estos dos años y medio de trabajo no han conseguido filmar a muchos tiburones ("más que nada por su escasez, son muy difíciles de ver", apunta), pero un dato significativo es que una de cada tres tintoreras llevada un anzuelo de palangre en su boca. "Hay muchas con anzuelos y sedales en la boca, muy debilitadas y con infecciones que les impiden comer. Por eso estas especies pelágicas se acercan a la costa. No lo hacen para buscar alimentos ni para atacar a los seres humanos, sino para evitar ser atacados por sus propios congéneres en unos momentos de debilidad", explica el especialista que aprovecha la reunión de la ICCAT que se celebra estos días en Palma para reclamar una restricción en estas artes (palangre de fondo ysuperficie) que, pese a que tiene al pez espada como objetivo, captura y daña accidentalmente a muchos tiburones en Balears.

¿Y por qué son tan importantes los tiburones en los ecosistemas marinos? Remitiendo a la opinión de los biólogos, Torres concluye que porque capturan las presas más débiles provocando que sobrevivan los más fuertes y mejorando la raza y porque se comen a los enfermos, evitando que los virus se extiendan y afecten a más población. Son, en definitiva, los guardianes de la riqueza y biodiversidad de nuestros mares.

El dato

Imagen del peculiar método de grabación de esta asociación. Shark MED

Shark Med lleva desde 2017 grabando tiburones pelágicos en aguas de Mallorca y, recientemente, también en Menorca. Usan una tabla de surf como boya ("nuestra filosofía es reciclar", apuntaTorres) que anclan a 120 metros de profundidad a entre 5 y 12 millas de la costa durante un periodo que oscila entre los siete y los diez días. "Usamos pescado azul y carne de cetáceos que aparecen muertos en nuestras costas como cebo que cambiamos cada 24 horas, momento en que renovamos la tarjeta de la grabación", explica el documentalista subrayando que el objetivo no es solo grabar tiburones sino conocer mejor sus costumbres. "Son muy difíciles de ver porque hay muy pocos. En estos años solo hemos grabado tintoreras y algún cazón. Ningún marrajo", lamenta.