"Estudios de riesgos, de higiene corporal... hacen más estudios que la NASA, pero seguimos haciendo el mismo número de habitaciones cada día". Así se lamentaba ayer una de las camareras de piso presente en la clausura del II Congreso Nacional de Kellys Unión. Sus colegas asintieron dándole la razón en esta reiterada exigencia del colectivo: fijar un número máximo de habitaciones por día.

Esta intervención fue una de las que se escucharon tras la mesa redonda sobre acoso laboral y sexual que protagonizaron la abogada Aina Díaz; la inspectora de Trabajo, Paula Liñán; y la 'kelly' Manuela Vargas.

Desde Inspección de trabajo, Liñán les dio la razón: "Es un problema, no hay una normativa que diga 'no se pueden hacer más de estas habitaciones'".

La inspectora señaló que las evaluaciones ergonómicas y las recomendaciones posturales "están muy bien", pero que es necesario que los informes especificaran en sus conclusiones el máximo de habitaciones por día.

Esta carga debe calcularse según el hotel (tamaño de la habitación; si tiene moqueta o no...) pero también en función de la edad y estado de salud de la trabajadora: "La normativa es clara, es el trabajo el que debe adaptarse y personalizarse a las condiciones del trabajador".

"El sistema, e Inspección como parte del sistema, ha fallado a estas mujeres", sentenció Liñán, quien recordó que la prevención de riesgos laborales nació centrada únicamente en los hombres y que no ha sido hasta hace poco que ha empezado a preocuparse por profesiones feminizadas.

Aina Díaz recordó que la carga máxima de trabajo se puede regular a través del convenio sectorial o el de empresa y dio consejos a las trabajadoras sobre cómo hacer seguimiento del proceso. "En la próxima negociación colectiva tenéis que acompañar a los sindicatos para lograr introducir lo de la carga de trabajo", aconsejó.

Otra problemática que afecta a estas trabajadoras y que fue abordada ayer fue el acoso sexual. Algunas de las asistentes expusieron experiencias sufridas con compañeros o clientes.

"Hemos normalizado el acoso"

"Hemos normalizado el acoso", advirtió una de las 'kellys' desde el auditorio: "Que te den una palmada en el culo, te digan barbaridades o te hagan ofrecimientos sexuales... parece que tuviéramos que aceptarlo y no se denuncia porque nos hacen pensar que son tonterías".

Desde el escenario, Díaz les instó a denunciar siempre, acudiendo al centro de salud y después a una instancia policial.

Liñán indicó que en sus 20 años como inspectora no ha recibido muchas denuncias por acoso sexual en la zona de la que es responsable. Cuando sí las ha recibido, explicó, los empresarios hoteleros han ayudado a solucionar la situación "intentando que no haya escándalo". No encuentra obstrucción por su parte, pero tampoco iniciativa e inmediatez: "Solo actúan cuando Inspección les pide explicaciones".

Para sentirse más protegidas, las 'kellys' proponen medidas como ir en parejas o disponer de un botón del pánico para avisar en caso de peligro.

"Le dejamos las llaves al director"

El turno de preguntas tras la mesa redonda, en esta jornada de clausura del congreso, se convirtió en un momento de compartir experiencias, reivindicar y reivindicarse, y reafirmar su compromiso con la unión del colectivo para seguir luchando: "Animo a las compañeras a que se empoderen, cojan fuerzas y pierdan el miedo", gritó una.

Pepi, de Huelva, despertó muchos aplausos cuando contó cómo contestaron cuando les bajaron la categoría laboral: "Las 17 'limpiaváteres' le dejamos las llaves al director encima de su mesa".

Pero el testimonio más valorado ayer fue el de Manuela Vargas, referente en toda España de la lucha de las camareras de piso: pasó 142 días plantada frente a la puerta del hotel donde trabajaba en Jerez hasta que logró que el propietario le pagase los casi 20.000 euros que le debía. Cuando acabó de contar su historia, el auditorio acabó aplaudiéndola de pie: Manuela es un símbolo de la lucha.