La Guardia Civil, a través de dos agentes del Seprona, devolvió ayer veinte de las más de mil tortugas que fueron incautadas el año pasado en una finca de Llucmajor, tras acusar a sus propietarios, una pareja alemana, de comercialización ilegal de especies protegidas. Los ejemplares que fueron devueltos no forman parte de las especies protegidas.

Esta entrega de las tortugas se realizó por orden del juzgado que investiga a Marcel Walz y a su pareja, Monja Ashauer, que tienen una finca donde crían y cuidan a estos ejemplares de diferentes especies. Los dos alemanes niegan los cargos que les atribuye la Guardia Civil y que les llevó a pasar casi un mes en prisión acusados de contrabando y de formar un grupo criminal dedicado a este negocio ilegal.

Las tortugas que se llevaron de la finca de Llucmajor fueron trasladadas a las instalaciones de Natura Park, bajo supervisión judicial. Sin embargo, los alemanes señalan que buena parte de ellas han muerto por falta de cuidados especializados. Además, su mantenimiento cuesta en torno a 20.000 euros mensuales. La Guardia Civil indicó al abogado de la pareja que próximamente les serán entregados los ejemplares muertos, que también se conservan en Natrura Park.

La devolución de las 20 tortugas se realizó en presencia del abogado de la pareja alemana, Francisco Capacete, que mantiene que sus clientes son inocentes y rechaza que se dediquen a la comercialización ilegal de estos animales. Explica que a Marcel y za Monja les encantan las tortuga, que sienten pasión por este tipo de animales y que la mayoría de especies las compraron en mercados de Alemania, pero que nunca habían realizado una venta ilegal. "Igual que hay gente que les apasiona los perros, mis clientes sienten lo mismo por las tortugas", señaló el letrado.

La pareja comprobó ayer que entre los 20 animales entregados, dos ellos pertenecen al grupo de especial protección, lo que demuestra, a su juicio, que no se han preocupado por establecer a qué especie pertenecen. Sin embargo, la Guardia Civil entregó ayer un documento que acredita que un técnico de Madrid realizó un estudio sobre estos animales, para determinar de qué especie eran. Además, antes de su devolución, un veterinario comprobó el estado de los animales.

Despreocupados

El abogado tiene muy claro que "ni el Seprona, ni Natura Park, ni tampoco la jueza que investiga el caso se han preocupado por el estado de estos animales", y resaltó las "graves anomalías" que se han producido en esta investigación. El letrado explicó que la Guardia Civil llevaba mucho tiempo sospechando de su cliente, pero recordó que cuando Marcel Walz se llegó a Mallorca trajo 400 tortugas, y cuando fue detenido tenía más de mil. "Demuestra que no las vendía, sino que cada vez tenía más tortugas en su casa para poder cuidarlas. Estas sospechas no son ciertas", señaló.

El letrado mantiene ó que es muy difícil en Europa poder practicar el contrabando de especies animales protegidas, porque es un mercado "muy vigilado", y además señaló que no se ha podido encontrar ni una sola transferencia bancaria que demuestre "que mi cliente es un contrabandista de tortugas". Francisco Capacete está convencido de que el caso va a archivarse por falta de pruebas.

Los dos ciudadanos alemanes a los que se investiga se mostraron muy críticos con la actuación de la Guardia Civil, y exigieron que se les devuelva la totalidad de las tortugas que les fueron incautadas, tanto los ejemplares vivos como los muertos.

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