El Govern quiere que el residuo alimentario se reduzca al mínimo. En todo el mundo, según la FAO, se tiran cada año 1.300 millones de toneladas a la basura. ¿Y en Mallorca? Es difícil de cuantificar. Extrapolando los datos globales del ministerio de Agricultura a la población de la isla, resulta que cada mallorquín desecha 30 kilos de comida a la basura al año, pero esta cantidad, según otro estudio de FoodSaverTM, es el doble.

COMIDA

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Ante esta divergencia de cifras, no extraña que la primera misión que se ha puesto para tratar este tema Sebastià Sansó, director general de Residuos y Educación Ambiental, sea hacer un diagnóstico certero de la situación y lograr cifras lo más reales posibles sobre la magnitud de esta problemática. A partir de ahí se trabajará para desarrollar lo esbozado en la Ley de Residuos y realizar una ley específica para el desperdicio alimentario, como se está haciendo en Cataluña.

Según el director general en un tema tan transversal como éste, que abarca tantas cuestiones y sectores (restauración; agrícola; doméstico...), será necesario alcanzar "un gran pacto social", aunque ya hay prácticas muy afianzadas: por ejemplo, el compromiso de los supermercados con la donación de aquellos productos que pronto dejarán de ser aptos para la venta aunque estén en buenas condiciones para ser consumidos.

Xisco Cañellas, responsable de comunicación en el Banco de Alimentos de Mallorca, recuerda que este compromiso viene de atrás y que de hecho de ahí viene el origen de los bancos de alimentos: los fundó en EEUU un ciudadano después de observar la cantidad de existencias que estos negocios tiraban a la basura y cómo las personas sin hogar y sin recursos se llevaban esa comida de los contenedores. El compromiso de las cadenas radicadas en Mallorca es firme, explica Cañellas, y lo prueba el hecho de que entre 150.000 y 160.000 kilos de la comida que recogen al cabo del año ha sido donado por supermercados.

Otra práctica cada vez más habitual en los restaurantes es la de solicitar para llevarse a casa los restos de la comida que los comensales no se han acabado. Se han superado vergüenzas y cada vez es más habitual y además ahora, gracias a la Ley de Residuos, los clientes tienen este derecho reconocido y los restaurantes no pueden negarse a ello.

Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) los hogares son las entidades (más que supermercados y restaurantes) que más alimentos desperdician. Sus cifras recogen que las familias son responsables del 42% de la comida que acaba en la basura.

Para evitarlo, Alfonso Rodríguez, presidente de la Asociación de Consumidores y Usuarios de Baleares (CONSUBAL), recomienda planificar las compras, reciclar y aprovechar todo lo aprovechable y no dejarse llevar únicamente por la estética (hay piezas de fruta que pueden estar golpeadas, pero mantienen todas sus condiciones nutritivas). En definitiva, el consejo de Consubal es aplicar el sentido común a la hora de comprar y no dejarse llevar por impulsos y ofertas que nos hagan comprar más de lo que realmente vamos a consumir.