Hay elecciones, aunque os duela. Qué tienen en común PP, PSOE, Podemos, Ciudadanos, Vox y Más Qué País. En primer lugar, que son partidos madrileños. En segundo, que obtienen diputados en Balears nada más aparecer. Tenemos ocho escaños a repartir, todavía caben otras dos formaciones estatales.
En Mallorca se vota todo lo que venga de Madrid. Vox no obtiene representación en Cataluña, País Vasco, Navarra, Galicia ni Canarias. De hecho, está ausente de la mayoría de provincias, incluidas algunas andaluzas, y más concretamente de 32 circunscripciones. En Balears salió a la primera. Si lo votaran con el mismo entusiasmo en el resto de España, en abril habría obtenido cincuenta diputados en lugar de 24.
No esperen aquí un sesgo ideológico. El madrileñismo sirve para Podemos igual que para la ultraderecha moderada. Extrapolando los dos escaños locales de Pablo Iglesias al resto del Estado, supondrían un centenar de diputados. Tiene 42. Todavía no se ha rebautizado Más Madrid, una denominación reveladora, y ya se le concede un escaño aquí.
Ninguna comunidad acoge a los cinco partidos estatales en todas sus circunscripciones, excepto Balears. Solo 13 provincias de medio centenar admiten esa policromía. En fin, únicamente seis de las 17 autonomías no han tenido nunca un diputado autóctono. Balears se alinea en centralismo con las Castillas, Murcia, Extremadura y La Rioja. En efecto, presentan una continuidad geográfica con nuestra sola excepción.
Rafa Nadal se limitó a casarse, rodeado de linajes mallorquines. El poder se concentraba en la mesa de los Reyes, situada cerca de la puerta por exigencias de seguridad y con un formato circular. Allí se encuadraban el monarca Juan Carlos I y señora, su amigo empresario Manuel Piñera y señora, su amigo restaurador Miguel Arias y señora y su amigo telefónico Francisco de Bergia y señora. Entre amigos, una boda sin hoteleros.
La boda por excelencia reunió menos VIPs que el hotel Son Antem. Juan José Hidalgo fue el anfitrión en un mismo fin de semana de octubre de dos ministros dos de Justicia del PP, mi amigo José María Michavila y Rafael Anticatalá. Les ofrecemos ahora una entrevista telegráfica a un hotelero mallorquín:
—Buenos días, ¿es usted un hotelero mallorquín?
—Sí.
—¿Cuántos hoteles tiene usted?
—Cinco.
—¿Cuánto dinero se le ha quedado enganchado en Thomas Crook?
—Dos millones de euros.
—¿Está usted preocupado?
—Ni lo más mínimo.
—Muchas gracias por esta entrevista.
Nuestro héroe anónimo de hoy es el comandante Pericás, que en el agitado vuelo Maó-Palma del pasado martes recomienda a los pasajeros que "no hinquen las uñas en los asientos". Y otro, el sacerdote de la misa sabatina a mediodía en Sant Miquel, renegando de que los políticos se gasten el dinero en unas nuevas elecciones. Y un tercero, el también capellán de Andratx, que el sábado de la sentencia del procés oraba "per la pau, el cessament de la violència i l'enteniment del germans catalans". Por menos te cae una querella de Vox. Les informaremos en cuanto un sacerdote local sermonee sobre la salvación eterna. A propósito, ¿qué le ha hecho el titular eclesial de Manacor a los Nadal?
En la imagen que hoy nos ilustra, un nutrido grupo de noctámbulos aguardan este verano en Avenida Argentina a que un taxi se digne a transportarlos a su destino. Ergo, faltan licencias, salvo que Cort siente pánico por el sector que vandalizó Madrid y Barcelona. Miles de personas me paran por la calle como si fuera un taxi, para preguntarme cuándo estuvo más cerca del Nobel el mallorquín Robert Graves. Fue en 1962, se le integró en el trío finalista junto a Jean Anouilh y John Steinbeck para que finalmente se impusiera el norteamericano.
Reflexión dominical neoclásica: "Un clásico es el objeto que recibe esa consideración antes de degustarlo".
