Imagine un aguacate. Sembrado, regado, cultivado, recogido y envasado en México, el principal proveedor de aguacates de Europa (continente que se ha rendido a este alimento, sin pensar mucho en su grandísima huella ambiental).

Nuestro aguacate protagonista, junto a varios compañeros más, es embarcado y viaja 10.000 kilómetros hasta llegar a Mallorca. Un comercio local lo compra al distribuidor, pero pasan los días y el aguacate no se vende.

Tras el agua gastada, la tierra quitada a los bosques para cultivar, los gases de CO2 emitidos durante el transporte... ¿acabará ese aguacate en la basura? ¿todo este esfuerzo e impacto ambiental habrá sido en vano? ¿Y todo eso sucederá en un mundo en el que una de cada nueve personas pasa hambre?

Ese aguacate aún tiene una oportunidad. Bastaría con conectar a las tiendas y restaurantes con excedentes de comida y a aquellos ciudadanos dispuestos a adquirirla a menor precio. Las apps y van a buen ritmo.

Food and Save esa una de ellas y tiene además sello mallorquín, aunque todo comenzó a gestarse en el archipiélago canario. Tras una cena en un buffet, Pedro Serrano y un amigo cómo se tiraba a la comida todo lo que había sobrado: kilos de alimentos se iban a la basura. De ahí surgió la idea de conectar a establecimientos con usuarios a través de una aplicación y así nació Food and Save, que comenzó a funcionar este verano.

Más de 1.800 personas se han descargado la app y casi una veintena de locales ofrecen sus productos: de restaurantes como Es Rebost ; a panaderías como Sant Bartolomé; fruterías como Frutas Puchol e incluso una floristería, Flor de Flors.

Es un win-win-win-win: gana el local (que da algo de rendimiento a un género que no le iba a dar ningún beneficio); gana el usuario, que compra más barato; gana la app que propicia el encuentro; y gana el planeta, que no está para que se desperdicie nada.

El funcionamiento es sencillo: cada día los locales anuncian sus packs, con precios un 50 o un 75% más baratos de lo habitual (están entre los tres y los ocho euros), y el horario de recogida. Los usuarios pueden reservar lo que les interese; pagarlo con tarjeta de crédito o vía transferencia y, a la hora establecida, pasar a recoger los alimentos.

Los packs son sorpresa: el contenido variará según lo que haya sobrado ese día. A Pablo Rodríguez-Navas, usuario de este tipo de apps desde hace unas semanas, le gusta este componente sorpresa, además de ahorrar y evitar tirar comida, algo que le da "muchísima pena". Esta semana adquirió un pack en la panadería-frutería Ca Teva y por 3,40 euros se llevó dos barras de pan; un cruasán; una empanada y un cocarroi. Un buen botín: "El pan se puede congelar y así tengo para varias semanas".

Los hermanos Pablo y Laura Tonini regentan este negocio de alimentación y están encantados de poder dar vida útil a sus existencias de una manera cómoda y fácil.

Esta app de sello mallorquín funciona igual que Too good to go y su origen también es idéntico: sus impulsores decidieron ponerla en marcha tras ver en un buffet de Dinamarca como todo los restos iban a la basura. De eso hace tres años.

Desde entonces se ha ido extendiendo por el mundo. Desembarcó en Madrid en septiembre de 2018 y hoy está en once provincias, cuenta con más de 700.000 usuarios y más de 1.700 negocios. Con ella se han salvado más de 3000.000 packs.

A Mallorca llegó este verano y ya son 35 los establecimientos enrolados (sobre todo de Palma pero también hay algunos en la Part Forana), incluyendo pescaderías como Pescados Marilén; panaderías y pastelerías como Orient; tiendas de alimentación como Herbolario Navarro; fruterías como la Joan Miró o restaurantes como Vegan and Raw.

Beverly Pugh es la fundadora de este negocio, el primer restaurante crudivegano con certificado ecológico de Mallorca. La idea de Too Food to Go encaja con su filosofía: "Es muy buena idea para evitar tirar nada y los clientes se llevan la comida a unos precios maravillosos". Además, es una manera de que más gente conozca el local y se enganche a la comida crudivegana.

Radim Razzak conoció estas apps gracias su pareja y las usa con mucha frecuencia. Admite que para reservar los mejores packs hay que estar pendiente: el de Vegan and Raw lo reservó apenas cuatro minutos después de que lo colgaran: "Hay que ser rápido".

Desde Too Good to Go ponen mucho el acento en el impacto medioambiental que supone el desperdicio alimentario: una barra de pan salvada equivale a ahorrar un kilómetro de emisión de CO2 de un coche.

Ayudar al planeta a veces supone cambios de hábito difíciles de asumir. En este caso, no hay sacrificio ninguno: solo conciencia y ahorro.