Rafael Pantoja ya cuenta con una condena firme. Un juzgado de Palma le impuso este martes cuatro años de prisión por acosar a su expareja, Sacramento Roca, antes de asesinarla a cuchilladas en su puesto de trabajo en la ciudad a mediados de noviembre de 2018. El acusado, un vigilante de seguridad español de 45 años, reconoció los hechos ante la sala. Se declaró autor de un delito de coacciones y otro de acoso.

El hombre, que lleva preso preventivo desde hace casi un año por el crimen machista, admitió que tras la ruptura sentimental con su compañera en octubre de 2018 la hostigó con reiteradas llamadas telefónicas y mensajes por Internet y también la acosó personándose en su lugar de trabajo, la tienda de muebles Conforama de la calle Aragón de Palma, y contactando con compañeras y amigas de la víctima para que intentaran mediar y poder retomar la relación sentimental.

Días antes del crimen machista, alrededor del 11 de noviembre de 2018 el acusado colocó un cartel manuscrito de su puño y letra en el parque de ses Estacions en el que ofrecía sexo haciéndose pasar por Sacramento Roca con el número de teléfono de ella. De hecho, la perjudicada recibió dos llamadas telefónicas en las que dos hombres se interesaban por obtener servicios sexuales, lo que incrementó su sensación de molestia y temor.

La víctima, de 36 años, denunció esta situación de acoso en la Jefatura Superior de Policía en Palma cuatro días antes de ser asesinada. La mujer relató que le habían pinchado las ruedas del coche y que había recibido varias llamadas por los anuncios sexuales colgados en la ciudad e indicó que sospechaba de su excompañero sentimental. No recibió protección ni se activó el protocolo de violencia de género en Comisaría al tramitarse su denuncia como unos daños y no como un caso de violencia machista. La Policía Nacional abrió una investigación interna contra dos oficiales por estos hechos. Uno de ellos fue sancionado. También se remodeló la UFAM, la Unidad de Familia y Mujer de la Policía, que se encarga de investigar las causas de violencia de género.

Rafael Pantoja, que todavía tiene pendiente el juicio por asesinar a su expareja el pasado 16 de noviembre de 2018 por el que se enfrenta a 27 años de cárcel, compareció este martes en los juzgados de Vía Alemania, en Palma, esposado, encapuchado y tapándose el rostro con una braga negra. Custodiado en todo momento por dos agentes, el sospechoso, vestido con un chándal gris y unas deportivas oscuras, se ha mostrado tranquilo. Una vez entró en la sala de juicios, se quitó la capucha y la braga y dejó al descubierto su larga cabellera, peinada hacia atrás, y una poblada barba morena.

El acusado confesó los cargos ante la magistrada. Aceptó una condena de cuatro años de prisión, dos años por acoso y otros dos por coacciones. La fiscalía solicitaba inicialmente dos años de cárcel y una de las acusaciones particulares pedía siete años. Al final, el ministerio público alcanzó un acuerdo con las tres acusaciones particulares y con la defensa.

Tras el reconocimiento de los hechos efectuado por Rafael Pantoja, la jueza dictó sentencia 'in voce' y le impuso cuatro años de prisión por acosar y coaccionar a su expareja, Sacramento Roca, antes de asesinarla. Además, la magistrada le privó del derecho a la tenencia y porte de armas durante tres años y también le prohibió aproximarse y comunicarse con los padres de la fallecida, su hermano y sus dos hijos durante tres años. La sentencia, que ya es firme, aprecia la circunstancia agravante mixta de parentesco.

Los hechos se remontan a octubre de 2018, tras la ruptura de la relación sentimental de la pareja, cuando el hombre, con la intención de perturbar las actividades cotidianas de Sacramento Roca, cometió constantes actos de presión y hostigamiento hacia ella. Así, la llamó por teléfono de forma reiterada y le envió mensajes a través de correo electrónico y redes sociales. También acudió con frecuencia a su puesto de trabajo, la tienda de muebles de la calle Aragón, y mantuvo contactos a horas intempestivas con amistades de la perjudicada para que la presionaran a fin de poder retomar la relación. Todo ello causó a la víctima una grave sensación de perturbación, molestia y temor, según la fiscalía.

En concreto, en fechas próximas al 11 de noviembre de 2018, Rafael Pantoja colocó un cartel manuscrito de su puño y letra en el que podía leerse 'quieres pasar un buen rato, llámame' con el número de teléfono de su expareja en una de las cabinas acristaladas del ascensor que comunica el parque de ses Estacions con la Estación Intermodal de Palma. A raíz de este hecho, la víctima recibió hasta dos llamadas telefónicas de ciudadanos que se interesaban por obtener servicios sexuales, lo que provocó una nueva sensación de molestia y temor, dentro de la situación de acoso que ya padecía.

Al concluir la vista oral, el presunto asesino se volvió a tapar la cara con la braga y se cubrió la cabeza de nuevo con la capucha. Solo se le podían ver los ojos. Salió al pasillo esposado rumbo al calabozo y de allí regresó a la cárcel de Palma.

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