"El niño pudo haber muerto en el incendio". Un guardia civil del Laboratorio de Criminalística ha sido tajante hoy en la segunda sesión del juicio del crimen de Alcúdia. "No solo es la llama, no solo por el fuego por las quemaduras puedes fallecer, sino por intoxicación por inhalación de humo puedes morir. Es frecuente que víctimas de incendios mueran por el humo", ha añadido su compañera, otra agente del instituto armado. La mujer asesinada en Alcúdia, que murió quemada viva tras ser rociada con gasolina por su pareja, logró salvar a su hijo, un bebé de 22 meses, al arrojarse por la ventana de casa, envuelta en llamas, con el menor en brazos. Los investigadores han señalado que su acción fue providencial. El pequeño resultó herido, pero no de gravedad.

Los peritos de la Guardia Civil han confirmado que el fuego declarado el 29 de junio de 2016 en la vivienda de la víctima fue intencionado. "No hay ninguna duda de que el incendio fue provocado", ha señalado uno de ellos. El especialista ha subrayado que bastaba esa cantidad de gasolina que utilizó el asesino, o incluso menos, para acabar con la vida de una persona.

Los agentes han detallado que el foco de inicio del fuego estaba situado en la habitación empleada como dormitorio por la pareja. Muy cerca de allí, apareció un mechero, un zippo metálico. "Lo encontramos al pie del marco de la puerta", en el pasillo que da a la habitación, según ha detallado una investigadora. En la habitación, la Guardia Civil localizó dos focos del incendio y también detectó muestras de acelerante en manchas de la pared, que eran compatibles con haber rociado gasolina.