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Análisis

Malabarismos tras la precipitación

Ha vuelto a ocurrir. Las crisis, por desavenencia precipitada y falta de coordinación -por tanto, evitables- entre PSOE y Més, son una constante que acostumbra a tener sus propias reminiscencias en el seno de ambas formaciones. Esta vez ha pasado igual, con lo que el Govern se consolida como uno de los grandes damnificados por la quiebra de Thomas Cook, en una doble vertiente, la política y la económica. En lo político porque sufre un desgaste que hubiera sido prescindible si se hubiera actuado con un mínimo de cautela y en lo económico porque debe estrujar tres millones de euros de unas arcas autonómicas resecas, a la espera siempre del maná de Madrid. Es el efecto de la precipitación, de decir las cosas antes de pensarlas y comprometerlas sin haber comprobado su viabilidad. Por eso al Govern no le queda más remedio ahora que afanarse en juegos malabares.

Le ha ocurrido a Iago Negueruela, el hacedor de algunos imposibles, que sin embargo se estanca ahora en la acumulación de responsabilidades y la carga del peso político. El conseller de Turismo, Modelo Económico y Trabajo comprometió la devolución de tres millones de euros de la ecotasa a los hoteleros. No le ha quedado más remedio que dar marcha atrás, no solo para acallar voces internas en el PSOE, sino para adormecer heridas con Més y porque la iniciativa era jurídicamente inviable. El remiendo pasa por zurcir, todavía más, los fondos propios de la conselleria de Turismo y si es necesario de otros departamentos, como anunció Negueruela en su comparecencia parlamentaria de ayer. El Govern invoca también para la salida de esta crisis las medidas que pueda adoptar el Consejo de Ministros y que después necesitarán aval del Congreso. Todo en funciones.

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