Es un clamor en todo el sector hotelero de Mallorca: Thomas Cook ha aireado información sobre los números rojos que les ha dejado la quiebra del grupo británico. Empresarios de la isla acusan al turoperador de haber divulgado los nombres de sus cadenas y las cifras de la deuda que ahora tienen que afrontar y, además, haberla compartido con Iberostar durante la operación que lideró Miguel Fluxá, presidente de la compañía, el domingo 22 de septiembre -la víspera de la caída del gigante de la turoperación-, que consistió en proponerles canjear su pasivo por acciones.

Los hoteleros sienten que han quedado totalmente expuestos, ante un gran competidor como es el Grupo Iberostar, con las implicaciones que puede tener en el sector en un momento de alta vulnerabilidad, sobre todo para aquellos que las deudas de Thomas Cook les deja en peor situación y se van a ver obligados a cambiar los planes, con venta de activos, renegociaciones con turoperadores o con las entidades financieras. "En el submundo hotelero ahora se sabe quiénes son los hoteleros más afectados y eso va a tener consecuencias", advierten desde una de las cadenas que recibió la llamada de los Fluxá aquella tarde de septiembre. "El chismorreo de a quién se debe más es muy desagradable".

Amigos de "Don Miguel"

Se cuestiona que con la maniobra para salvar al turoperador Fluxá tuvo acceso a información que no debía tener, "por mucho que fuera el más afectado" por la paranoia que se desató aquel domingo 22 de septiembre, la víspera de la quiebra de Thomas Cook en el Reino Unido.

Fuentes cercanas al grupo británico aseguran que "no se ha filtrado ninguna lista". Se llamó a "los grandes amigos de Don Miguel" pidiéndoles convertir su deuda en acciones, siguiendo un criterio del "volumen" de las cadenas y de la premura que existía aquel día para lograr sumar 200 millones de libras "por la presión que había en Londres" para evitar la quiebra. Finalmente se lograron reunir entre 107 y 109 millones. Una cantidad insuficiente, de la que fue informado por email Peter Fankhauser, director ejecutivo de Thomas Cook.

Por su parte, fuentes oficiales de Iberostar aseguran que su presidente "nunca tuvo acceso a un listado", ni tampoco a las cantidades que Thomas Cook debía a cada empresario, porque estas "no nos aportaban; como grupo no las necesitábamos". Además, añaden, "todo el mundo sabe quién trabaja" con el turoperador y ese fue el criterio a la hora de hacer las llamadas. "La gente de Thomas Cook, sus representantes en Palma, entiendo que sí las tenían [las cantidades adeudadas en cada caso ], pero siempre nos las negaron", se insiste.

Un domingo frenético

La operación que lideró Miguel Fluxá el domingo 22 de septiembre se fraguó en su despacho. Desde allí, el presidente de Iberostar y su hija Sabrina Fluxá, vicepresidenta y consejera delegada, se encargaron de hablar con sus colegas hoteleros. Inmaculada de Benito, directora de Comunicación y Asuntos Públicos del grupo, y representantes de Thomas Cook participaron en la ronda de llamadas para tratar de convencer al máximo número posible de empresarios.

Se empezó llamando a las puertas de los grupos hoteleros de mayor relevancia, para después tocar la puerta a aquellos de menor tamaño, se explica. Como ha trascendido después, hubo quienes apoyaron la iniciativa de la familia Fluxá, entre ellos Carmen Riu; la propia consejera delegada de Riu lo hizo público. Por contra, Gabriel Escarrer, vicepresidente ejecutivo y consejero delegado de Meliá, declinó participar al considerar que era inviable y tardía la operación. José Luis Carrillo, de Hoteles Globales, también rechazó participar, al igual que Barceló, según fuentes del sector. Ya por la tarde comenzaron las llamadas a hoteleros de menor tamaño.

En el sector no se quita mérito a la operación que lideró Miguel Fluxá, pero se recriminan las formas, que llegó tarde y que no debía haberla liderado él, "teniendo acceso a información confidencial, por mucho que fuera el más afectado".