Xisco Umbert es "el meteorólogo del pueblo". Así lo definen sus vecinos a este residente en Sant Llorenç, aficionado a la meteorología y colaborador de la Aemet. En su casa en las afueras del pueblo tiene un equipo de meteorología que se vio superado por la magnitud de la tempestad que arrasó el Llevant hace un año. "No pude medir nada, fue todo un desastre. Los pluviómetros se desbordaron cuando alcanzaron los 220 litros y el ordenador quedó cubierto de fango. Lo viví como un vecino más de Sant Llorenç", recuerda Umbert.

Este colaborador de la Aemet considera que es imposible predecir un fenómeno tan devastador como la tormenta que arrasó el Llevant. "Del tiempo no te puedes fiar, es muy complicado saber dónde te explotará la bomba. La Aemet sabe que esta es una zona peligrosa en la que es muy difícil hacer predicciones de manera precisa. Si volviera a pasar, nos pillará a todos en la misma silla", enfatiza Umbert.

En todo caso, este vecino de Sant Llorenç ve muy improbable que la localidad vuelva a recibir un castigo semejante: "No creo que haya motivos para la alarma y desde luego espero no ver nunca más algo así. Pasará en otros sitios, pero aquí no creo que vuelva a repetirse en muchos años".

Pese a todo, admite que en el pueblo hay "una cierta psicosis" cuando el cielo se ennegrece. "Hace tres semanas la Aemet decretó el aviso rojo y ya pensamos que se nos venía encima el diluvio universal. Esta calle, por ejemplo, se quedó sin un solo coche aparcado", recuerda Umbert.

Este aficionado a la meteorología libra al cambio climático de buena parte de la responsabilidad de estos fenómenos extremos -"de pequeño yo ya vi barbaridades, aunque no como esta"- y promete seguir vigilante: "Siempre tengo la vista puesta en el cielo. Conozco las nubes y sé qué intenciones tienen".