Sant Llorenç emerge un año después de la riada que el 9 de octubre inundó el municipio. Las localidades más afectadas -Sant Llorenç, Son Carrió y Son Carriós'Illot- han recuperado sus infraestructuras y viviendas a medida que las ayudas han ido fluyendo. La recuperación emocional es más lenta entre unos vecinos que esta época del año miran mucho al cielo.

A lo largo de estos doce meses Sant Llorenç ha ido despejando los márgenes de su torrente. Algunas paredes han vuelto a ponerse en pie y otras han caído para dejar vía libre al agua en caso de nuevos desbordamientos.

Un informe sobre la catástrofe realizado por el grupo de Climatología y Riesgos Naturales de la UIB a instancias del ayuntamiento de Sant Llorenç y dirigido por el geógrafo Miquel Grimalt, analizó la dinámica conjunta de la riada e identificó hasta "dieciocho puntos negros en el torrente de ses Planes a su paso por el núcleo urbano" que disparan el riesgo de inundación. Este investigador afirma que "hay varios puentes infradimensionados que en caso de riada actúan como presas y empujan el agua a los lados del torrente". En Sant Llorenç y alrededores "algunos soportan poco tráfico y son prescindibles; el resto se podría ampliar para que aumentara su capacidad", sugiere.

El experto también indica que se ha identificado otra tipología de puntos negros: "Hemos detectado una serie de construcciones que se levantan en el mismo margen del torrente. Algunas de estas estructuras funcionaron como una presa y desviaron el agua hacia el interior del pueblo".

Grimalt apuesta por liberar en lo posible el torrente de ese tipo de "obstáculos", aunque admite la dificultad del proceso. "Todo esto implica a cuatro agentes. El puente en el que estamos es del Consell. El que tenemos enfrente pertenece al ayuntamiento de Sant Llorenç y el torrente en sí es competencia del Govern. Es decir, en solo cien metros tenemos tres administraciones implicadas. Sin olvidar a un cuarto agente, los propietarios de los inmuebles y terrenos aledaños", subraya.

Incógnitas

Doce meses después hay dos certezas: en Mallorca no hay ningún cauce que soporte la cantidad de agua que cayó sobre el Llevant en tan poco tiempo aquel 9 de octubre. Ni tecnología lo suficientemente precisa como para detectar una tormenta de aquellas características. "Aún con los modelos numéricos más modernos y con la experiencia de los predictores en estas situaciones, no se puede predecir en qué localidad exacta van a ser las precipitaciones más intensas y qué cantidad de milímetros por metro cuadrado se van acumular", explica María José Guerrero, delegada de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Balears.

La delegada admitió en su día que el aviso de nivel rojo por fenómenos adversos fue "tardío" -para entonces la tormenta ya había devastado el Llevant-, lo que motivó una investigación interna para afinar los protocolos.

Guerrero apunta que existe un proyecto para establecer "un nuevo procedimiento de vigilancia y predicción inmediata de fenómenos meteorológicos adversos" que también hará más ágil la coordinación con los servicios de emergencias. Y para engordar una plantilla que la crisis adelgazó notablemente, se ha diseñado "una nueva regulación de los horarios" de los trabajadores que, según Guerrero, "permitirá movilizar recursos adicionales durante episodios muy adversos".

Un año después -y tras superar unas nuevas elecciones municipales- Mateu Puigròs sigue al frente de la alcaldía de Sant Llorenç. Informa de que acaba de solicitar al Gobierno central una ayuda de 5,5 millones de euros para costear buena parte de las obras que tuvieron que ejecutarse para resetear la actividad en el municipio: "Hubo que reparar el colector de aguas residuales que va de Sant Llorenç a sa Coma, una tubería de agua potable, dos estaciones de bombeo, reconstruir el polideportivo, el campo de fútbol, arreglo de caminos...", enumera el primer edil.

Durante este último año, el Ayuntamiento ha ido adueñándose de distintas parcelas que bordean el torrente. "Estamos comprando todas las fincas en los márgenes del cauce que no están edificadas. También las que sí lo están y suponen un punto crítico, según nos dijeron los expertos. Hay negociaciones que han acabado de mutuo acuerdo con los propietarios. Y otras que terminarán con un proceso de expropiación", indica Pep Jaume, regidor de Urbanismo.

"Anímicamente estamos al 80 por ciento", cuantifica Jaume, que como el resto de vecinos sigue recuperándose de la catástrofe. Lo confirma Antònia Bauzà, regidora de Nuevas Tecnologías y Deportes. "Todavía se habla mucho. Vivimos aquí, viene mal tiempo y podemos estar en una alerta como la que tuvimos hace tres semanas. Organizamos un protocolo por si teníamos que cerrar el paso al pueblo, avisamos a la policía, quitamos los coches de zonas inundables.... El pueblo se ha reconstruido, pero a nivel emocional sigue pesando", comenta.

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