"La vareniclina (principio activo del Champix, el fármaco antitabaco que financiará la sanidad pública) actúa a nivel cerebral. Al dar una calada, la nicotina tarda siete segundos en llegar al cerebro donde se modula la respuesta de la hormona dopamina que da placer al fumador. Pues bien, este fármaco ocupa los receptores cerebrales de la nicotina provocando que fumar ya no dé placer", explica Pere Rosselló, enfermero de Primaria experto en tabaquismo que forma parte de la comisión técnica de prevención y tratamiento de este nocivo hábito.

Rosselló advierte no obstante de que estos tratamientos farmacológicos han de ir acompañados de terapias cognitivas-conductuales para "desmontar el día a día en el que estás enganchado al tabaco".

"El medicamento pierde eficacia sin estas terapias que te enseñan a evitar los momentos críticos en los que el fumador está más expuesto a recaer en el vicio", explica este especialista que detalla que durante la primera semana de tratamiento el paciente sigue fumando aunque disminuyendo paulatinamente la cantidad de cigarrillos. Y no le resulta difícil ya que, subraya Rosselló, "el paciente tiene la sensación de fumar paja, ya no obtiene placer, ya no le llena".