Pánico es la palabra exacta para describir el estado de ánimo del Govern y del Gobierno de lunes a jueves de esta semana, a cuenta del descalabro del armazón sin contenido de Thomas Cook (ver más adelante). Francina Armengol enfermó literalmente, su íntima Bel Oliver trasladó la sensación de catástrofe a la secretaría de Estado de Turismo de La Moncloa, un palacio que nunca entendió la "industria sin chimeneas" glosada por Gabriel Escarrer. Por fortuna, la mallorquina mejor situada en el ejecutivo de Pedro Sánchez se apeó por una vez de su autosuficiencia, para dejarse asesorar por gestores turísticos de sobrada ejecutoria. Gracias a la calma que impartieron los oráculos, pánico puede escribirse hoy con minúsculas. Con el pragmatismo cultivado en la isla, los improvisados apagafuegos concluyen que "Thomas Cook ha muerto, viva Jet2" (ver más adelante).

Antes, el combativo Iago Negueruela había intentado atajar con reuniones en las ciudades y en las playas y en los bares un hundimiento abordado con retraso por el Govern. Pensaban que Thomas Cook era demasiado grande para caer, cuando era demasiado grande para no caer. El hiperactivo conseller de Todo descubrió que solo Boris Johnson era capaz de derrotarle en el show cooking, en la primera incursión del compostelano en la Champions. Mientras tanto, el vicepresidente Juan Pedro Yllanes veraneaba en Mónaco, ajeno a sus responsabilidades en Comercio.

Quedará para la historia que la aristocracia del sector tuvo que templar a un Govern y Gobierno descentrados, hasta el punto de que barajaron ayudas económicas para los hoteleros gigantes. "Les dijimos que reservaran el oxígeno para las pequeñas y medianas empresas, las de dos autocares, porque las grandes tienen recursos". También ayudó la patronal PIMEM, en una protesta contra las subvenciones a los colosos que marca el momento más brillante de su historia.

La segunda plaza del victimario de Thomas Cook está ocupada por la familia de Joan Llull y sus Hipotels, con una deuda en torno a veinte millones. El liderato de los números rojos corresponde a Iberostar de Miguel Fluxá, que multiplica varias veces la cantidad antes anotada. Sin embargo, y dado que Forbes le atribuye una fortuna de 3.700 millones de euros, la herida equivale a seiscientos euros para un bolsillo medio. Duro, pero difícilmente letal, "un mal año no les supone un descenso a una categoría inferior". La microeconomía va a sufrir más que la macroeconomía. Un hotelero con diez establecimientos arriesga la pérdida de uno de ellos, o un retraso en una inversión. Un trabajador se juega el pago de la hipoteca del mes que viene.

Peligran los beneficios del sector este verano, pero después de cuatro años "en que no me cuesta llamar inmoral lo que hemos ganado", se retrasará la incorporación de algún hotel a la cadena o se aplazarán las reformas. Con la salvedad adicional de que Thomas Cook se encargó de adecentar los establecimientos avejentados que solo gerenciaba (ver más atrás y más adelante). El termómetro del impacto del meteorito inglés corroído lo fijará la venta de establecimientos por parte de las cadenas mallorquinas.

El coaching de urgencia que han recibido Govern y Gobierno se resume en que "el modelo no se ha acabado, por mucho que insistáis en escribirlo. El modelo no está ni tocado". La actual situación de zozobra "se normalizará en dos años, aunque antes habrá que atravesar una etapa muy mala a corto plazo (tres meses) y otra simplemente mala a medio (seis meses). Otra cosa es el daño social". En el interín, se dispararán los precios de los vuelos a Mallorca.

Aunque sus profesionales lo traten como una variante de la ganadería, y no la más selecta, el turismo ahonda sus raíces en factores psicológicos. Es así desde luego para el cliente que esgrime intangibles al decidirse, pero también para las tierras invadidas. Nadie sabe exactamente en qué consiste un turoperador, ni siquiera los expertos se ponen de acuerdo al respecto, pero los mallorquines han entendido esta semana que los cimientos de su economía distan de ser sólidos. Mallorca ha pasado de vivir del turismo a dudar del turismo. Por primera vez, se hablará en serio de una fuente de negocio alternativa, que los numerosos entes parasitarios son incapaces de entrever.

Los profesionales lo contemplan con mayor distancia. Como un club de fútbol neurótico, Thomas Cook acumulaba tres consejeros delegados en seis años, "no hay quien aguante estas sacudidas en el management". El último entrenador es el juvenil que no joven Peter Fankhauser, otro ejemplo de los siempre sospechosos ejecutivos sin corbata. En Mallorca no se olvidará jamás su infausta visita de junio, prometiendo nuevas adquisiciones en plena caída hacia el abismo, y con la facundia de anunciar que "venimos a que bajéis los precios". Sin embargo, sus colegas son más flemáticos. "Fankhauser es buena persona, pero esto le viene grande. Mucho arroz para tan poco pollo". Y ahora llega el golpe definitivo. "Compáralo con el consejero delegado de Jet2, un fenómeno como el resto de su cúpula". Los periodistas especializados en turismo corroboran una flexibilidad y capacidad de respuesta sin parangón en las relaciones con órganos privados o políticos.

Así reaparece el heredero al trono en esta historia. Con la extraña denominación alfanumérica Jet2 comienza la reabsorción de la herida de Thomas Cook. Pocas veces se escucha hablar con tanto entusiasmo de una marca a sus colegas, un fenómeno notable si se tiene en cuenta que la mayoría de mallorquines no habían escuchado jamás el nombre del segundo turoperador británico, aupado ahora a la posición más alta del podio por extinción de su anterior ocupante. "Jet2 son los más ágiles en este momento, se comieron a Thomas Cook en el Reino Unido, y entrarán en Alemania con la misma fuerza". Cabe esperar que no se esté incubando una nueva tragedia a varios años vista, por mucho que las quiebras depuren el capitalismo.

Comienza el párrafo idóneo para corregir una pequeña exageración de este balance. Los ejecutivos con amplio pedigrí podían frenar "la entrada en pánico" de Gobierno y Govern, pero alguien tenía que aportar el dinero donde otros solo podían poner la lengua. Se llega así a Angela Merkel. La sociedad insular ha economizado el agradecimiento a la cancillera saliente alemana que ha rescatado a Mallorca, con los cuatrocientos millones inyectados en Condor. Aunque nos insulta veraneando en los Alpes, con su crédito-puente se ha puesto por montera que no Montero las reglas de la Unión Europea que prohíben estrictamente las ayudas a las compañías aéreas. Sin esta intervención del Deus ex machina, la palabra pánico aparecería todavía más veces en estas páginas. Y la justicia poética ha querido que la cantidad coincida al milímetro con los cuatrocientos millones del Fondo de Insularidad irrenunciable del REB, al que renunció el Govern sumiso ante Sánchez. Y con los cuatrocientos millones de deuda heredada de Cati Cladera.

Los hoteleros de verdad concluyen que "las empresas turísticas no funcionan bien en Bolsa, con sus exigencias de rentabilidad inmediata y con la obligación de seducir a los financieros". De hecho, Meliá escarmentó a los linajes mallorquines, alérgicos a los mercados. Y en el infierno bursátil se centra el núcleo de la caída de Thomas Cook. "Continuaron repartiendo dividendos mientras se multiplicaba su deuda, hasta llegar a un apalancamiento insostenible, solo han obedecido las consignas de los financieros". El relato de manual de una huida hacia adelante. Un consejo dividido, la compra de dos cadenas de agencias de viajes en el Reino Unido, la constatación de que la empresa de vacaciones mas antigua del planeta es una cáscara hueca.

El desmantelamiento verbal de un coloso. "No tienen hoteles, solo contratos de gestión". En la versión más radical, un único establecimiento en propiedad. El resto, fachada. El genuino Thomas Cook inició su actividad en la Inglaterra del siglo XIX organizando viaje de asueto en trenes, hoy "sus aviones están en leasing". Se cumplirá la tradición de las grandes quiebras de la industria turística. Ni los ordenadores son propiedad de la empresa, la apoteosis de la marca desinflada.

Siempre hay una terminología técnica para las empresas suicidas que se lanzan a la aventura sin una base que las sustente. Se les llama asset light, aligeradas de activos. Los bienes en propiedad son insignificantes en comparación con la operativa, un modelo que parece diseñado para retratar a Thomas Cook. Tal como lo define un hotelero, esta doctrina recuerda que comprar un hotel cuesta cincuenta millones de euros. En cambio, para arrancar con el edificio de otro solo necesitas cien mil euros. Por el precio de un establecimiento, pones quinientos en funcionamiento. Parece magia, pero ha acabado estallando en plena cara de Mallorca.

El drama se aviva en Canarias por el comienzo de temporada, en Mallorca "se acerca el invierno y algunos hoteles habrán de cerrar antes de tiempo, pero el calendario facilita la digestión de lo ocurrido". El empresario de una agencia de viajes añade que "la falta de medio centenar de aviones en la temporada baja no supone un problema irresoluble".

Se cumple el primer aniversario de las inundaciones de Sant Llorenç, las jugarretas de las efemérides. A la hora de escribir estas líneas, ningún conseller o político de rango superior se ha reunido con los trabajadores de Thomas Cook. Produce cierto sonrojo comparar esta ausencia con la agenda de los gobernantes. Se ha comprobado que estadistas como Merkel o Boris Johnson se caracterizan porque no entran en pánico, Macron no tuvo miedo a afrontar las recriminaciones de los chalecos amarillos.

El punto mas peliagudo de la encuesta al sector se produce cuando se pregunta abruptamente si algo parecido podría ocurrirle al alicaído Tui. Y aquí regresa el optimismo salvaje que caracteriza a los conquistadores turísticos. "Tui está posicionada en el Reino Unido, y muy bien en Alemania, tiene una división de cruceros que gana mucho dinero y una vinculación muy estrecha con cadenas poderosas como Riu, con participaciones de hasta el cincuenta por ciento en algunas sociedades. A propósito, te estás equivocando, no hay un tránsito de operadores offline a online, que son la misma cosa con otro nombre. El verdadero factor disruptivo es el alquiler vacacional. Otro tipo de experiencia, un futuro desconocido".