La quiebra del turoperador británico Thomas Cook ha dejado a su competidor alemán TUI, el mayor del mundo, como ejemplo de quien supo adaptarse mejor a los cambios, pero en absoluto tiene el horizonte libre de preocupaciones técnicas, financieras y geopolíticas.

Thomas Cook, el hasta turoperador más antiguo del mundo, ha sido durante años un formidable rival para TUI, un gigante con más de 380 hoteles (y participaciones en grupos como Riu), 150 aviones, 1.600 agencias de viajes y 17 cruceros, además de 27 millones de clientes. Hace algunas décadas ambos gigantes eran muy parecidos: su negocio principal se basaba en los paquetes de todo incluido y en vincular vuelos, hoteles y restauración para que los clientes pudiesen tener una experiencia vacacional completa sin salir de su ecosistema de empresas y servicios.

Pero la llegada de internet introdujo una cesura en el sector. Los turistas empezaron a ignorar las agencias de viajes y reservar sus vuelos y hoteles online, directamente y sin intermediarios. Era más sencillo e individualizado pero, sobre todo, más barato.

De forma paralela surgían otras amenazas para el negocio tradicional de los turoperadores: las aerolíneas de bajo coste con Ryanair a la cabeza, los portales de reservas como booking.com y las páginas de la llamada economía colaborativa, con Airbnb como principal exponente.

Mejores reflejos

Aquí la alemana tuvo mejores reflejos. Adaptó todo su sistema informático a la nueva realidad, creo marcas y hoteles propios, abrió portales de internet, e incluso dio el salto a los cruceros, un segmento en auge en los últimos años. Mientras TUI estudiaba el potencial de las criptomonedas (monedas virtuales) para su negocio, Thomas Cook seguía abriendo oficinas físicas.

Sin duda, la quiebra de Thomas Cook elimina a un gran competidor del sector y supone un cierto alivio para TUI. Esto se vio claramente en las horas subsiguientes al anuncio de la británica, cuando las acciones de la alemana se dispararon un 10 %, hasta su máxima cotización desde el pasado febrero.

No fue la única acción que se benefició colateralmente por la caída de Thomas Cook. Los títulos de las aerolíneas europeas repuntaron con fuerza, tanto los de las compañías tradicionales, como Lufthansa (1,8 %) y Air France-KLM (2,2 %) como las de bajo coste, como Ryanair (3,8 %) y Easyjet (6,3 %). Esto se debe a que el sector aéreo estaba últimamente aquejado de un problema de sobrecapacidad -cuando la oferta de vuelos y asientos es superior a la demanda-, algo que ahora se ha visto aliviado, al menos en parte, con la retirada de los aviones de Thomas Cook.

Preocupaciones

Algunos expertos se muestran ahora optimistas con el futuro de TUI. El banco suizo UBS ha modificado la calificación de sus participaciones de "vender" a "neutral" a raíz de la quiebra de la turoperadora británica. Además ha elevado el precio objetivo de las acciones de 740 a 900 peniques.

"La quiebra de su competidor aporta viento de cola al grupo turístico alemán", asegura en un estudio el analista Cristian Nedelcu, que cree que TUI elevará sus previsiones de beneficios para este año y los dos próximos ejercicios.

Pero la situación tampoco está libre de preocupaciones para TUI. Lo más inminente son las vacantes que va a sufrir en las próximas semanas de clientes compartidos con Thomas Cook que no van a poder volar hasta los hoteles destino de la alemana.

Pero los problemas más graves son otros. En primer lugar afecta fuertemente a sus resultados la prohibición de volar que pesa sobre los Boeing 737 MAX, porque la turoperadora cuenta con 15 aparatos de este modelo y había encargado otros ocho al fabricante estadounidense para este verano. Todos estos aviones han tenido que ser sustituidos por otros, lastrando las cuentas de la compañía.

La cuestión obligó ya en marzo al grupo alemán a rebajar el pronóstico de su resultado operativo para el conjunto del año fiscal en un 26 %, en los 1.180 millones de euros. Su beneficio en su tercer trimestre fiscal cayeron un 85 % en términos interanuales. Los efectos podrían prolongarse hasta bien entrado 2020, pese a que se prevén compensaciones de Boeing.