Casi un millar de turistas británicos se concentraron ayer por la mañana en el aeropuerto de Palma sin la certeza de si podrían volver a su país, como consecuencia de la quiebra de la compañía turística Thomas Cook. Estos temores se disiparon ante la rápida actuación del gobierno británico, que distribuyó funcionarios por los principales aeropuertos del país, entre ellos Son Sant Joan, con un triple propósito: primero tranquilizar, después informar y por último reubicar a los pasajeros en otros aviones, de otras compañías, que volaran a Inglaterra.

Sobre las siete de la mañana llegaron a Son Sant Joan los primeros pasajeros. La compañía turística tenía organizados cinco vuelos de salida desde Mallorca a distintos destinos de Inglaterra, pero se suspendieron ante el anuncio de quiebra de la empresa. Los vuelos que tenían que llegar a lo largo del día desde distintos destinos hacia Mallorca, fletados por Thomas Cook, no despegaron, y no se intentaron gestiones para reubicar a los pasajeros en otras compañías, porque tampoco estos turistas tenían asegurada la estancia en un hotel, a pesar de que habían pagado el disfrute de estos días de vacaciones al touroperador.

Los pasajeros que se concentraron ayer por la mañana en Son Sant Joan se enteraron de la quiebra cuando abandonaron sus hoteles, por lo que no sabían si se les fletaría otro vuelo o tendrían que comprar un billete en otra compañía para poder regresar a casa. Al final, la situación se solucionó a través de la reubicación de los pasajeros en tres vuelos. El primero de estos aviones, con más de 300 pasajeros a bordo, se dirigió hacia el aeropuerto de Glasgow. Era el vuelo que sustituía al avión que debía aterrizar por la mañana en Birmingham. Las autoridades organizaron el traslado de Glasgow a Birmingham por carretera, a través de autobuses. "Estamos calmados porque nos han asegurado que podremos volver a casa, aunque tardemos mucho más. Es muy triste lo que nos ha pasado porque nadie sospechó que una compañía tan fuerte pudiera desaparecer de un día para otro", lamentó uno de los pasajeros, que logró una plaza en el primer avión.

Hubo otros turistas británicos, en cambio, que no tuvieron tanta suerte, ya que el vuelo en el que se les reubicó, con destino a Manchester, no despegó hasta media tarde. Desde primera hora de la mañana, hasta que pudieron embarcar, tuvieron que esperar sentados en los incómodos asientos del aeropuertos. Algunos de ellos aprovecharon la espera para dormir, aunque fueran tirados en el suelo.

En este tipo de situaciones siempre hay el turista afectado que nunca pierde el humor. Unos jóvenes, que habían pasado una semana de vacaciones en Magalluf, aprovecharon la espera jugando a la pelota, hasta que un agente se lo prohibió.

El personal británico, contratado por el gobierno, se organizó por la zona donde se concentraban los turistas. Se les podía identificar con mucha facilidad, dado que llevaban un luminoso chaleco amarillo, con una bandera británica estampada. Estos trabajadores fueron informando a los turistas británicos, pidiéndoles que tuvieran paciencia porque podrían salir de Mallorca, pero sería un poco más tarde. Aunque ningún turista afectado perdió la calma en ningún momento, alguno de ellos sí se quejó de la falta de información. "Nadie ha tenido en cuenta que yo viajo con niños y no he recibido ningún tipo de atención. Llevo muchas horas aquí de pie esperando en la cola a que me reubiquen en un avión. Después tendremos que darnos la paliza de viajar tantas horas en autocar. Todo este esfuerzo valdrá la pena si esta noche podemos dormir en nuestra cama", señaló una de las pasajeras.

Pocas protestas

Ayer en el aeropuerto de Palma no se vivieron las típicas escenas que se producen cuando una compañía turística quiebra y se suspenden los vuelos, dejando a miles de pasajeros en tierra, cuya única posibilidad que les queda es la protesta. Sin embargo, la certera actuación del gobierno británico, al desplegar a sus funcionarios, impidió que esta situación se produjera ayer en Son Sant Joan. A ningún pasajero le gusta que le comuniquen que el avión que les debía llevar de vuelta no va a salir, pero el hecho de que pronto se les aseguró que podrían volver, aunque fuera en otro avión y a otro aeropuerto de Gran Bretaña, ayudó a tranquilizar los ánimos.

"Nos lo vamos a tomar con paciencia, no nos queda más remedio. De nada serviría que empezáramos aquí a gritar y a protestar. Estos trabajadores no tienen ninguna culpa de que Thomas Cook haya quebrado y lo único que hacen es intentar ayudarnos", resaltó otro de los turistas.

Pero no a todos los turistas les cogió por sorpresa la quiebra de la compañía británica. Algunos, los más informados, ya tenían noticias de las dificultades económicas que atravesaba el turoperador británico, aunque no pensaban que iban a anunciar tan rápido la disolución de la empresa.

"Ya me imaginé que no nos iban a dejar volver a nado a Inglaterra y que iban a encontrar alguna solución. Lo único que esta claro con todo este escándalo es que los clientes somos los más perjudicados porque nosotros hemos pagado las vacaciones a Thomas Cook y ahora nos vemos aquí atrapados sin saber a qué hora podremos salir", lamentaba un turista británico que intentaba consolar a su hijo en brazos.

Otros, en cambio, dentro de todos los perjuicios que representa que una compañía quiebre, aún se consideraban afortunados. La decisión del touroperador se anunció el mismo día que se terminaban sus vacaciones. "No quiero pensar lo que están sufriendo los turistas que tenían previsto empezar hoy sus vacaciones. Llevas un año preparando este viaje y de pronto tus esperanzas se esfuman por la mala gestión de unos directivos", señaló otro de los turistas.

Eran muy pocos los viajeros que conocían los detalles de la mala situación económica que venía arrastrando Thomas Cook desde hacia tiempo. "No se que ha pasado para llegar hasta esa situación, pero esta quiebra representa una imagen muy negativa de la empresa británica", resaltó otro pasajero que esperaba el momento de poder embarcar sus maletas en el primer avión.

No todos los pasajeros que tenían que viajar a Gran Bretaña eran ingleses, también había de otras nacionalidades, incluidos españoles. A estos pasajeros no se les reubicó en el primer avión, aunque se les aseguró que podrían viajar por la tarde a Manchester. Una de las afectadas, debido a que también tendría que realizar un largo camino en autobús, decidió volver a casa y renunciar al viaje. Tendrá complicado recuperar los 150 euros que le costó el billete. Explicó que en la noche del domingo consiguió tramitar la facturación del billete por internet y que al llegar al aeropuerto las pantallas de los aviones de Thomas Cook solo indicaban que los vuelos estaban retrasados, cuando en realidad ya habían sido cancelados.

La escena vivida ayer en el aeropuerto volverá a repetirse en los próximos días.