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Opinión

Armengol no aclaró que fuera de pago

A quienes hemos entrevistado gratuitamente a Francina Armengol, por fuerza debe sorprendernos que pagara miles de euros por ser entrevistada. En ningún momento nos pareció que estuviera tan necesitada de compañía como Urdangarin, lo cual le obligaría a desembolsar dinero público por la conversación, que tampoco fue tan aterradora como para exigir una retribución.

Un entrevistado que abona esa abultada suma debe exigir cuando menos que se le masajeen los dedos de los pies durante el encuentro. El escándalo adjunta una componente de hipocresía, pues qué otra motivación que la económica induciría al selecto The Guardian a empaquetar las palabras de Armengol, y no digamos de Ximo Puig.

El diario se blindaba con este cobro ante la pérdida masiva de lectores que podía reportarle el debilitamiento de sus contenidos, patente en la escasa prestancia de sus entrevistados. Un periodista está obligado a conversar con un político, pero solo un sádico puede imponer la lectura del escrito resultante.

Quienes nos sentimos más concernidos por el prestigio de The Guardian que por la nombradía de Armengol, respiramos aliviados al confirmar que el periódico etiquetó correctamente la entrevista. Se enmarca la conversación avisando por partida doble a los lectores de que se trata de un "Contenido de pago" o "Paid Content", para que bajo ningún concepto se les ocurra leer la pieza. Armengol y Puig fueron más ahorradores a la hora de consignar que su hora de gloria en The Guardian tenía un precio. El tuit obligatorio de la presidenta de Balears debió centrarse menos en presumir de su meteórica promoción que en agradecer a los ciudadanos de Mallorca que le dieran la oportunidad, y sobre todo el dinero, para su colosal manifiesto.

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