Las escenas que se producen el primer día de curso en los colegios se suelen repetir cada año. Algunos niños entran llorando, sobre todo los más pequeños, pero la mayoría de estudiantes se alegra de volver a encontrarse con sus compañeras de curso, después de más de dos meses sin verlas por las vacaciones de verano. La entrada de los alumnos en las aulas supone, en la mayoría de casos, un alivio para los padres. Es cierto que el primer día de curso representa para la mayoría de padres el final de las vacaciones, (aunque muchos ya llevan muchos días trabajando), pero también supone volver a la normalidad. Es el caso de Miguel, cuyos hijos acuden al centro público de Son Gotleu. "Los niños ya necesitaban la disciplina que representa ir al colegio, como por ejemplo la rutina de los horarios y del estudio". Este padre, como muchos otros, considera que las vacaciones que tienen los estudiantes son "demasiado largas" y aboga para que se tengan los mismos días, pero repartidos durante todo el año.

Los niños, como cada año, mostraron ayer sentimientos distintos en el inicio del curso. Por una parte, se terminan las largas vacaciones y empieza el periodo de estudio, pero también se produce el reencuentro con sus compañeros. Es el caso de María, una estudiante que este año empieza los estudios de Bachillerato en el colegio concertado de Sant Josep Obrer. "Tendré que esforzarme más porque este curso va a ser más difícil que el ciclo anterior. Espero que este año me toquen buenos profesores", señaló la estudiante. Precisamente, lo que más comentaban los alumnos al encontrarse en la puerta del colegio fue la valoración de los profesores que les ha tocado este curso. Muchos de ellos ya prevén que tendrán problemas este año con algunos docentes. Mientras los alumnos se quedaban en las clases, los padres fueron abandonando paulatinamente el colegio y los atascos de tráfico fueron poco a poco desapareciendo. A partir de ahora a los estudiantes les espera un largo curso.