—Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Quién tuvo la culpa, el helicóptero o el ultraligero?"

—Diría que ninguno de los dos. Fue simplemente un accidente, no se vieron hasta que ya era demasiado tarde, como en un choque en la carretera.

—Las aeronaves no chocan en el aire.

—Ocurre raras veces, es la primera colisión mid-air en Mallorca. Cuando pilotas, miras a tu alrededor, porque estás entrenado para la inspección visual.

—¿Ha notado una retracción en el negocio a raíz de esta tragedia aérea de otra empresa, con siete muertos?

—No, soy el primer sorprendido de que no hubiera cambios ni cancelaciones. Hemos recibido centenares de correos con un mensaje común, "¿estáis OK?"

—Vale que quieran volar pero, ¿y la gente en el suelo?

No se nos permite sobrevolar áreas pobladas como Palma, pero lo normal en un accidente es que simplemente te caigas. En este caso, se partieron al chocar en vuelo.

—Ahora va y me dice que no hay nada más seguro.

—Prefiero los helicópteros a los aviones. Los encuentro más seguros porque puedo aterrizarlo en cualquier sitio, y un avión necesita una pista larga.

—Hay un elemento de fragilidad en un helicóptero como este en que volamos.

—Claro, porque los helicópteros siempre explotan en las películas. En cuanto ves a uno en la pantalla, sabes que estallará, y esto crea un prejuicio de nerviosismo, no miedo.

—La tragedia de Inca descubrió la falta de regulación.

—Al contrario, volar aquí es mucho más restrictivo que en Francia o el Reino Unido. Allí solo despegan el helicóptero, aquí se necesita plan de vuelo, el número e identidad de los pasajeros, especificar la duración y la autonomía.

—Pueden volar en una franja determinada.

—En Mallorca solo se permite volar entre 500 y mil pies, salvo despegues y aterrizajes. Es necesario ampliar esta banda de 500 a 2.000. Sobre el mar va de 500 a 3.500.

—¿Cuánto cuesta un helicóptero?

—El Romeo 44 en que estamos volando sale nuevo por 400 mil euros, pero un aparato puede alcanzar los 25 millones.

—Ha volado usted de Palma a Marruecos.

—Varias veces. Mañana sale un helicóptero en esa ruta, pilotado por un inglés con unos amigos. Necesitará dos repostajes en Alicante y Almería, en un vuelo de siete horas.

—¿Divisa nubarrones en el negocio turístico?

—La temporada ha bajado un poco, pero ha ido bien. Tenemos el problema de que ya no se nos permite aterrizar en la Tramuntana, llevo quince meses tramitando un permiso.

—¿Quién les frena?

—El Ibanat. No ayuda cuando ves a un diletante que aterriza su helicóptero en el Torrent de Pareis. Qué locura, hemos de ser más conscientes del medio ambiente.

—Los ricos deberían habituarse a sufrir el tráfico.

—Los ricos nunca sufrirán el tráfico, pagarían lo que fuera por ahorrar tiempo, por eso recurren a helicópteros que reducen a veinte minutos un trayecto de más de una hora.

—¿Quién ha sido su cliente más famoso?

—Aquí tenemos a los turistas top, si fuera Tom Cruise empezaría por pilotar su propio helicóptero. Mi famoso favorito es Rafa Nadal, con el que grabamos un anuncio televisivo. Nunca he conocido una persona tan amable, estaba más interesado en lo que yo hacía que viceversa.

—Usted estaba muy preocupado por el brexit.

—Ni siquiera pude votar en el referéndum. No me importa si el Reino Unido se queda en Europa o la abandona, pero necesito saber cuál es la decisión.

—¿Le brindaría a Boris Johnson un vuelo de alto riesgo?

—Podría empujarlo fuera del helicóptero. Entiendo que sea una delicia para la política y los periodistas, pero su juego es muy complicado para las empresas.

—¿Tiene planeado aprender castellano?

—Lo problemo es que vine aquí a cuatro años por vacaciones, y cuando viene para vive aprendí trabajando. Me expreso bien con los amigos, pero no el español formal. Mi hijo de trece años sabe más castellano y catalán que yo.

—¿A qué velocidad estamos volando?

—A unos doscientos kilómetros por hora.

—¿Cuál es su experiencia más peligrosa?

—Como instructor, un alumno se equivocó con el helicóptero en la pista y yo fuera, y perdió el control. Fue un momento muy interesante de mi carrera. Nunca hasta ahora un fallo mecánico, toco madera (se golpea la cabeza).

—¿Hay algo que le dé miedo?

—Me da más miedo ir en coche de Palma a Alcúdia, donde vivo, que volando en helicóptero.

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