Una isla que combate viejos hábitos insalubres, se organiza para defenderse de una epidemia y abraza las nuevas técnicas de la medicina moderna que llegan del exterior. Así es la Mallorca que explican los veinte mil documentos que acaba de digitalizar la Real Academia de Medicina de les Illes Balears (RAMIB), un ambicioso proyecto que ha llevado a cabo el servicio de Biblioteca y Documentación de la UIB.

Órdenes para enterrar a los muertos de manera adecuada; instrucciones para establecer cordones sanitarios que eviten la llegada de infecciones por mar; observaciones de médicos sobre las patologías de sus pacientes que plasmaban por escrito; o una abundante documentación sobre la peste que asoló el Llevant de la isla en 1820, son algunas de las muchas joyas documentales accesibles a través de la plataforma de archivos históricos de Balears que gestiona la UIB.

Los primeros documentos datan de 1720 y los últimos llegan hasta la actualidad. "Siempre nos ha llegado la imagen de una sociedad sucia y atrasada de aquella época. Pero la realidad es la que vemos en esos documentos y demuestran que existía una parte ilustrada de la sociedad que hablaba de medidas muy avanzadas para combatir enfermedades y para mejorar hábitos de higiene y alimentación", explica Macià Tomàs, presidente de la RAMIB.

En 1788 se produce un punto de inflexión con la creación de la Academia Médico-Práctica de Mallorca, germen de la actual RAMIB. De aquellos años se conservan miles de documentos en los que los médicos de la isla disertan sobre cómo atacar una gorronea, calenturas, hemorragias y epilepsias, entre otras muchas afecciones. De 1799 es un documento titulado 'Discurso sobre los males que siguen al mal uso de la sangría y de los bienes que produce su recto uso, con algunas reflexiones pertenecientes a los casos particulares en la práctica'.

Pero aquellos galenos que ejercieron en la frontera del siglo XVIII y el XIX no solo se ocupaban de combatir las enfermedades, sino también de atacar los malos hábitos que las causaban. En 1794 un miembro de la Academia Médico-Práctica advirtió sobre una mala costumbre todavía extendida en un escrito titulado 'Discurso sobre los graves perjuicios que siente la humanidad por la envejecida costumbre de enterrar los cadáveres en el centro de las poblaciones, y aún mucho más, dentro de las iglesias'.

Cuatro décadas antes se imprimió en Mallorca una ordenanza real que establecía una serie de instrucciones "para el cuidado de la pública salud en todo el reyno, a fin de precaver los graves daños que se experimentan de no quemar propiciamente los equipajes y muebles de los que mueren de enfermedades contagiosas".

Otro médico aleccionaba en un escrito coetáneo sobre la importancia de que las víctimas de cualquier enfermedad cuidaran su alimentación en un opúsculo titulado 'Memoria sobre la dieta en las enfermedades agudas. O cómo alimentar a los enfermos'.

Eran tiempos para la observación. Y para el asombro. "En el Hospital General de esta ciudad de Palma, el último día de febrero de este año, entró con un tumor monstruoso en el muslo derecho Pedro Antonio Amengual, natural de la villa de Llucmajor, cuya prominencia y demás circunstancias merecen referirse en cualquiera de los cuerpos médicos literarios", escribió en 1798 el médico Antonio Almodóvar.

Defensa contra la epidemia

Buena parte de este fondo disponible en internet se refiere a la peste negra que asoló el Llevant de Mallorca entre 1820 y 1821 y que solo en Son Servera se cobró la vida de un millar de personas, más de la mitad de su población en aquella época. "Esa parte de la documentación va más allá del tema médico porque explica cómo se organizaron varios cordones sanitarios para intentar contener la epidemia", subraya Miquel Pastor, director del Servicio de Biblioteca y Documentación de la UIB.

La Junta Provincial de Sanidad estableció un cordón sanitario vigilado por soldados que rodeó por mar y tierra Sant Llorenç, Artà, Capdepera y Son Servera. Y publicó partes diarios para dar cuenta del número de fallecimientos, nuevos casos de contagio y recaídas clasificados por género, localidad y grupos de edad. Hubo serias restricciones a la entrada y salida de personas y mercancías en el Llevant para acreditar que estuvieran libres de la peste, pero las autoridades trataban de tranquilizar a la población. "En todos los demás pueblos de la isla se disfruta de la más completa salud. Lo que se anuncia al público para que no carezca de unas noticias que tanto le interesan", finalizaban muchos de los partes.

Miquel Amengual, historiador y bibliotecario de la UIB, ha sido el encargado de catalogar y digitalizar los fondos de la RAMIB. "Hay tres tipos de documentos: el original que ya has digitalizado y puedes preservar mejor porque ya nadie va a necesitar consultarlo; un documento digital en alta resolución que se irá adaptando a nuevos formatos a medida que sea necesario; y un documento en formato PDF de baja resolución que es el que está disponible en la web", explica Amengual.

Al filo del siglo XIX el Gobernador de Mallorca, Antonio Cornel, se vio en la obligación de publicar un bando para combatir una inflación de estafadores que se lucraban con la enfermedad ajena: "Cada día se aumenta el número de cirujanos, sangradores, barberos, parteras, comadres, clérigos, frailes, charlatanes y otros muchos que (...) engañan con sus estafas a ignorantes incautos".

Hacia 1850 la medicina entró en una nueva dimensión de la mano de dos generaciones de médicos mallorquines que se habían formado en Francia o en la Península y que importaron a Mallorca avances como la anestesia. "Algunos de los más destacados fueron Pere Jaume Matas, Rafel Ribas o el general Bernat Riera Alemany. Dieron el salto a la medicina moderna", subraya Tomàs.

Un tesoro documental preservado "para siempre"

La digitalización del fondo documental de la Real Academia de Medicina de les Illes Balears (RAMIB) forma parte de un proyecto más amplio que incluye digitalizar los catálogos históricos de otras entidades, particulares y ayuntamientos para agruparlos en una plataforma gestionada por la UIB.

"Estamos encantados porque cualquiera puede consultar los documentos sin necesidad de tocar el papel y deteriorarlo, que era nuestra gran preocupación cuando venía alguien a consultarlos en persona. Y eso significa preservarlos para siempre", valora Macià Tomàs, presidente de la RAMIB.

Es un proceso "vivo", recuerdan Miquel Pastor y Miquel Amengual, del Servicio de Documentación de la UIB, porque el catálogo se actualiza regularmente con nuevas aportaciones.