La investigación de la Guardia Civil sobre el accidente aéreo en el que murieron siete personas el pasado domingo en Inca apunta a un error humano. Las primeras hipótesis de los investigadores, basadas en las declaraciones de testigos directos del choque, parecen descartar que el helicóptero o el ultraligero sufrieran problemas mecánicos. Llevaban trayectorias perpendiculares y volaban con aparente normalidad cuando chocaron en el aire, a unos 250 metros de altitud. Los pilotos solo podían conocer la presencia del otro aparato por contacto visual y todo apunta a que no se vieron a tiempo para esquivarse.

Las pesquisas están todavía en una fase muy inicial y serán largas y complejas, explicaron ayer fuentes policiales. Cuatro miembros de la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil (CIAIAC), adscrita al ministerio de Fomento, llegaron ayer a Mallorca y por la tarde empezaron a inspeccionar los restos de los aparatos junto a agentes de la Guardia Civil. Analizarán todas las piezas de las aeronaves recuperadas, esparcidas en varias fincas del lugar donde se produjo la colisión que permanecen acordonadas para evitar que se pierdan pruebas.

Por un lado, tratarán de hallar marcas en los restos que permitan confirmar cómo chocaron. Según los testimonios recabados por la Guardia Civil, un ala del ultraligero colisionó contra las palas del helicóptero. Por otro, examinarán todas las piezas en busca de algún fallo mecánico que pudiera propiciar el siniestro. La investigación durará varios meses.

Durante el día de ayer, los agentes continuaron rastreando el terreno en busca de piezas de los aparatos implicados en el siniestro y otras evidencias. En el lugar donde cayó el cuerpo principal del helicóptero se encontraron ayer más restos humanos y perros especializados en la detección de cadáveres recorrieron la zona. Mientras tanto, un equipo de médicos forenses empezó a practicar en el Instituto de Medicina Legal de Palma las autopsias a los cadáveres de las siete víctimas. Los especialistas remitirán muestras de los cuerpos de los pilotos al Instituto Nacional de Toxicología para determinar, entre otros aspectos, si alguno de ellos pudo sufrir una indisposición en pleno vuelo. La Policía Judicial continuaba tomando ayer declaración a testigos del siniestro y recabando información y documentos sobre el estado de los aparatos implicados y sus pilotos.

Las pruebas recabadas hasta ahora confirman que las dos aeronaves llevaban trayectorias perpendiculares. El ultraligero Aeroprakt A22L2, con matrícula EC-GU1, despegó del aeródromo de Binissalem unos minutos antes del choque y volaba en dirección hacia la costa de Alcúdia. A bordo iban el piloto, Juan José Vidal Calero, valenciano de 46 años, y su amigo Gustavo Serrano Zambrana, de 50. El helicóptero Bell 206 Long Ranger con matrícula D-HOTT, pilotado por el italiano de 44 años Cédric Leoni, volaba desde la zona de Manacor hacia la Serra de Tramuntana. A bordo iba una familia de turistas alemanes: August Inselkammer, de 43 años, su esposa Christina, de 41, y sus hijos Max y Sophie, de 7 y 11. Los siete murieron en el accidente.

Familiares de las víctimas se desplazaron a Mallorca tres ser informados del siniestro. Las autoridades han puesto a su disposición un equipo de psicólogos para atenderlos.

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