Los dos aparatos que colisionaron el pasado domingo circulaban por una zona en la que no hay servicio de control aéreo ni existen requisitos de comunicación por radio con los controladores aéreos. Al ir por libre, la responsabilidad de mantener la separación con el terreno y con las otras aeronaves de la zona es de los propios pilotos al mando.

Enaire, la entidad pública que gestiona la navegación aérea en España, también explicó que el accidente se produjo en "un espacio de clase G", a unos 300 metros de altura, en el que pueden volar ultraligeros, globos, avionetas y helicópteros, entre otros, y que "operan según las reglas visuales de vuelo". Es decir, sin directrices de una torre de control. Esta normativa está en vigor en España en cumplimiento del Reglamento del Aire de la Unión Europea.

El jefe del campo de vuelo del aeródromo de Binissalem del que salió la avioneta, Pablo Ruiz, aseguró que las reglas visuales de vuelo "llevan vigentes muchísimos años y son seguras". Para Ruiz, no es necesario que se endurezcan las normas: "La normativa es suficiente y lo demuestran las cifras, porque hasta ahora no había habido un incidente igual que éste", aseguró.

La probabilidad de que se produjera un accidente de estas características, dijo Ruiz, era extremadamente baja, por lo que "sería absurdo aplicar aún más medidas". Según este experto, el accidente fue fruto del azar: "Era lo más improbable del mundo pero se dio la casualidad con un desenlace terrible". El responsable aprovechó para mostrar sus condolencias a los allegados de las víctimas, e insistió en que el accidente no se debió "ni a la falta de normativa, ni de seguridad", sino a la "casualidad, sin más explicación".

En el aeródromo de Binissalem hay ocho aeronaves en las condiciones óptimas para volar. Que más de dos aparatos coincidan volando al mismo tiempo es, según el jefe del campo, "francamente raro". Aseguró que contando los demás aeródromos de la isla, en Mallorca hay, como mucho, unas 20 aeronaves en vuelo, es decir, con las condiciones oportunas para sobrevolar el cielo, por lo que insistió en la casuística de "la cantidad de espacio que hay y los pocos aviones que lo sobrevuelan".

Según Ruiz, la avioneta era propiedad del piloto siniestrado, por lo que podía acudir al aeródromo y volar libremente "sin dar más explicación".