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Tragedia aérea

Todo ha funcionado a la perfección, siete muertos

Todo ha funcionado a la perfección, siete muertos

De los autores de sin novedad en Sant Llorenç, trece muertos, llega ahora la superproducción en Inca todo ha funcionado a la perfección, siete muertos. La presidenta del Govern destaca la excelente coordinación de las instituciones, un autobombo que provoca cierta estupefacción dada la ausencia de supervivientes. Asusta imaginar el resultado de la tragedia de no haber reinado tanta armonía.

Entre tuits, Armengol informa de que "se han activado los protocolos", siete muertos. Por mucho que se desconfíe con Goethe "de todos aquellos que tienen urgencia por imponer castigos", cuesta entender que la encomiable diligencia protocolaria no contemple una clausura preventiva de alguno de los aeródromos afectados, o una intervención de las empresas suministradoras de los aparatos, o una investigación de los caóticos sistemas de comunicación. Hoy mismo pueden contratarse sin problema todos los vuelos y "protocolos" que el domingo se conjuraron en la mayor catástrofe aérea de Balears. Sin haber efectuado ni la mínima corrección.

Aquí viene el punto en que las autoridades regionales se lamentan de su falta de competencias aéreas, por no hablar de las terrestres. Sin embargo, el primer punto del REB era la cogestión aeroportuaria, y no han conseguido ni Son Bonet. Pese a ello, siguen insistiendo en que existe un Régimen Especial, que por lo visto obliga a tragarse sin rechistar la tragedia del pasado domingo.

Imitando los experimentos teóricos o Gedankenexperimente que apasionaban a Einstein, cabe imaginar que una semana atrás se hubiera interrogado a alguna autoridad sobre la posibilidad de una colisión entre avionetas y helicópteros, dada la proliferación de ambas aeronaves en el verano mallorquín. El responsable en cuestión se hubiera reído abiertamente de su entrevistador, por plantear hipótesis descabelladas.

Una semana después, y con la evidencia de siete muertos, se insiste en la fluidez del tráfico aéreo en vehículos privados. Cuesta negar la c0ngestión que no cogestión en el cielo de Inca el pasado domingo a mediodía, si bien esta ceguera puede entenderse en quien ve peligrar su negocio. No tanto en quienes deberían defender los intereses de la ciudadanía.

Los mallorquines han aprendido que junto al hospital de Inca, municipio que debiera despertar una sensibilidad singular en Armengol, los ases de la aviación de la isla ejercitan sus proezas sin demasiado control. Los gobernantes predican resignación, mientras que la imagen de un ala de aeronave sobre el tejado de una vivienda mallorquina señala quiénes pudieron ser las víctimas totalmente ajenas al negocio de volar. Y todavía queda por conceder el premio a la primera autoridad que emplee el hipócrita latiguillo "la investigación sigue su curso", tan apropiado para una colisión mid-air como para la listeriosis.

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