Yolanda Romero se encontraba ayer en casa cuando, a las 13.30 horas, un helicóptero y una avioneta colisionaron mortalmente en pleno vuelo, sobre una zona de fincas rústicas entre las inmediaciones del hospital de Inca y la carretera vieja de Costitx, un accidente que causó la muerte de siete personas.

"La avioneta volaba a muy baja altura, siempre vuelan a muy baja altura por esta zona y por eso siempre pensábamos que un día sucedería una desgracia", subraya. "Entonces, las aspas de un helicóptero que también estaba en pleno vuelo impactaron contra una de sus alas", relata la vecina.

Romero explica que, tras escuchar el estruendo que causó el impacto, ella y su marido salieron de casa a toda prisa, una de las fincas rústicas cercanas a la carretera vieja de Costitx donde se produjo el siniestro.

"Nos encontrábamos a solo dos fincas del terreno donde se estrelló el helicóptero y prácticamente nos explotó en la cara", manifiesta gráficamente. "Intentamos apagar el incendio del helicóptero como pudimos, después vino más gente, que también saltó la valla de la casa para ayudar, porque estaba cerrada, e incluso formamos una cadena humana para ir llevando agua hasta los restos de la aeronave e intentar apagar las llamas, pero no pudimos hacer nada", recuerda todavía muy afectada por la visión de los cadáveres, entre ellos un niño. "No pudimos salvarlos", manifiesta frustrada.

Cuanta también que inmediatamente después llegaron los bomberos y la dueña de la finca donde cayó el helicóptero, una propiedad en régimen de alquiler. Y abrió las puertas a los efectivos de emergencias y a las personas que habían saltado la valla para socorrer a las víctimas, como ella y su marido.

"Esto se veía venir", reflexiona contrariada Yolanda Romero. "Esta zona la sobrevuelan a diario infinidad de avionetas que vienen del aeródromo de Binissalem, concluye.