Es Fangar, una de las mayores propiedades privadas de la isla, no se verá afectada por la suspensión de pagos del grupo industrial alemán Eisenmann SE. Esto, al menos, es lo que sostiene Peter Eisenmann, hijo del fundador de este fabricante de bienes de equipo y dueño de una finca de 990 hectáreas situada en los confines de Manacor y Felanitx. "Es Fangar no tiene absolutamente nada que ver con Eisenmann SE", asegura Eisenmann en una entrevista exclusiva concedida al Mallorca Zeitung. "Hay una nítida separación jurídica", afirma.

El grupo industrial, con 3.000 trabajadores en 27 plantas distribuidas en 25 países, había suspendido pagos el 29 de julio pasado para posibilitar un "reposicionamiento estratégico", según un comunicado. "Ha supuesto un duro golpe para mí, no solo mental, sino también para mi salud", dice Peter Eisenmann, quien niega tajantemente la posibilidad de que los problemas económicos del grupo puedan tener algo que ver con las inversiones hechas en Mallorca. "Al fin y al cabo, en su día solo pude comprar es Fangar por el gran éxito de la empresa", apunta.

Eisenmann SE está especializada en la puesta a disposición de todo tipo de instalaciones industriales, pero sobre todo de cadenas de producción para pintar coches. Peter Eisenmann, de 78 años, suele considerarse el propietario de esta empresa, algo que él niega. "Eso no es cierto. Todas las participaciones han pasado a la siguiente generación", manifiesta el padre de tres hijas y un hijo.

Peter Eisenmann había tomado el mando de la empresa en 1976, convirtiéndola en uno de los líderes mundiales del sector. Dejó su puesto en el consejo de administración en 1993, pero siguió presidiendo su máximo órgano de control, llamado 'Aufsichtsrat'. Hasta hace pocos meses, la empresa era dirigida por su yerno Matthias von Krauland.

Eisenmann y su mujer, Sabine Eisenmann, adquirieron es Fangar en septiembre de 2001. Optaron por darle un uso productivo que fuera más allá de la mera propiedad suntuaria. "No va con nuestro carácter comprar algo en Mallorca y dedicarnos a tomar champán todos los días con el mismo vecino. Lo nuestro es ponernos manos a la obra", afirma el propietario de lo que se publicita como 'la mayor finca ecológica' de Mallorca. "Es devolver a la naturaleza lo que nuestro negocio de bienes de equipo pudo acarrear en consecuencias negativas para el medio ambiente", indica.

Con millonarias inversiones y un esmero extremo -dentro de los confines de la propiedad rige una velocidad máxima de diez kilómetros por hora, para no molestar a los animales -los Eisenmann han convertido es Fangar en una reserva privada en la que la protección del medio ambiente va de la mano del gran lujo, con una cuadra propia de caballos de doma hannoverianos, amplias instalaciones hípicas, mansiones vacacionales para clientes pudientes y 64 héctareas de cultivos de vino.

Tras largas disputas por el derecho de paso por los caminos de la finca, por los que hoy circulan coches eléctricos, los Eisenmann, que viven entre Suiza y Mallorca, hace ya años llegaron a un acuerdo con grupos como 'Pro Camins Públics y Oberts'. Hay recorridos habilitados para los excursionistas. Además, se han comenzado a comercializar visitas turísticas lo que ha convertido es Fangar en un verdadero santuario de flora y fauna.

Con todo, las presiones económicas tampoco son ajenas a la finca. "La bodega tiene que dar beneficios para mantener es Fangar", sostiene Peter Eisenmann. Es Fangar ha invertido ocho millones de euros en una bodega situada en Felanitx después de que el ayuntamiento de Manacor denegara varias veces su construcción en los terrenos de la propiedad.

Los esfuerzos para generar ingresos en la macrofinca incluyen también la celebración de bodas o rodajes, además del alquiler vacacional. "Llevamos es Fangar como una pequeña y mediana empresa", dice Patrick Kofler, gerente de la propiedad. Ello incluye también reducir los costes: Es Fangar ha renunciado a volver a organizar con gran despliegue torneos internacionales de doma.

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