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Boulevard

Los cortesanos elegidos a dedo no nos representan

Mientras sea mas difícil negarse a participar en la recepción regia que aceptar dócilmente la invitación, habrá que militar con los primeros

Felipe VI debe guardarse de los ignorantes palafreneros de La Zarzuela, redactores de una invitación semianalfabeta en que desprecian la Constitución y se consideran acreditados para decidir quién actúa "en representación de la sociedad balear".

Mientras sea mas difícil negarse a participar en la recepción regia que aceptar dócilmente la invitación, habrá que militar con los primeros. Y denunciar a la vicepresidenta del Parlament, Gloria Santiago y Cierra España, que se inclina servil ante los Reyes, se come el marisco pagado por el pueblo y luego monta un vídeo pseudorrevolucionario. No se puede estar en todo. En Francia'89, la progrefarsante correría la misma suerte que su admirada María Antonieta. El nuevo lema de Podemos, "si no tienen pan, que coman croasanes".

Nadie en su sano juicio se haría Rey para presidir la recepción a la altibaja sociedad mallorquina. Los padres del monarca actual solo se sentaban a la mesa con las soporíferas jerarquías civiles, militares y eclesiásticas. Los nuevos Reyes han democratizado este suplicio, pero el fervor monárquico es volátil, conviene atemperarlo. En especial en Mallorca. Pueden tomar nota del edificio vecino a Marivent, el hotel Príncipe Alfonso donde se alojó D. H. Lawrence, y que tras la proclamación republicana de 1931 pasó a denominarse Principal Alfonso. Solo una letra separa también a Felipe VI de Felipe VIP.

Los problemas del Rey no cesarán hasta que se desembarace de los ectoplasmas anacrónicos que lo rodean en La Zarzuela, pero no esperará que sean los propios chambelanes quienes se inmolen. Los camarlengos que acabarán con la monarquía no saben ni redactar una invitación semianalfabeta, sin delatar su pulsión absolutista: "Recepción ofrecida a las autoridades de les Illes Balears y a una representación de la sociedad balear".

No albergamos ninguna duda sobre el escaso bagaje democrático de los edecanes, pero les delata un simple telegrama. Adviertan la escisión entre las sacrosantas "autoridades" de origen divino y la gleba "en representación de la sociedad balear" O sea, que los dignatarios no están "en representación", aunque son los únicos que nos representan, a menudo desgraciadamente. Es un resabio dictatorial que omite el título preliminar de la Constitución, donde se estipula que "la soberanía nacional reside en el pueblo español", del que "emanan" los restantes poderes.

En cambio, los otros invitados arbitrarios al sarao solo se representan a sí mismos al no estar delegados a través de unas elecciones: Las urnas dan sarpullidos a los palafreneros de La Zarzuela, nombrados con el dedo equivocado. Todo lo cual va en defensa de la ficticia "representación de la sociedad balear" porque, si a la mayoría de los invitados se les indicara que acuden en mi nombre, saldrían despavoridos de la recepción. Y también hay mallorquines silenciosos, que no desean verse representados por personas genéricamente mal vestidas. No es mi caso, pero hasta los criminales necesitan defensa.

Una auténtica "representación de la sociedad balear" se obtendría por sorteo entre los censados, a ver si se atreven los caballerizos de La Zarzuela. Con todo, el magnetismo subsiste, y no solo para los joyeros rancios. Fue un error transformar la historia en sociología, aquella obsesión del mallorquín Tuñón de Lara con los obreros y las fanegas. Insinúele a un proletario o a una Gloria Santiago que "el Rey desea conocerte". O todavía mejor, que "la Reina desea conocerte". Porque las observaciones que con percepción superlativa trasladaban los cortesanos asistentes se referían en exclusiva a Letizia Ortiz. Un espectador concluiría que Felipe VI estaba ausente, o absorto cavilando qué candidato ha de enviar al patíbulo de la investidura.

Los toros con velcro no desentonan en el Coliseo Balear, donde he admirado a mujeres arrojándole las bragas a Jesulín de Ubrique, mejor torero de lo que desearían sus enemigos. Y recuerde que el Govern intentó someter a los astados del pasado viernes al control antidopaje, lo juro. Vean Rojo, obra maestra con un Darío Grandinetti todavía más grande, aunque yo solo tuve ojos para Andrea Frigerio (58).

Reflexión dominical lunática: "Lo razonable es que el ser humano no hubiera llegado a la Luna".

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