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Análisis

Vox es la ley de leyes

Vox es la ley de leyes

Vox es el último partido que ha venido a curarnos de sus propias prácticas, alusión terapéutica que en ningún caso justifica el cobro de "asesorías médicas" por políticos que no distinguirían un bisturí de una pistola. Los ayudas de cámara del PP ni siquiera son de extrema derecha, solo otro colectivo de vulgares aprovechados.

Bien mirado, por qué los cobradores de "asesorías jurídicas" deberían distinguirse de los populares, cuando comparten cuna, cama y sepultura en el Valle de los Caídos. La identificación va más allá de los pactos, ocupan en apretada simbiosis todas las instituciones y hábitos a su alcance.

Sorprende también la insistencia en que el partido de ultraderecha moderada justifique los conocimientos legales de los perceptores de "asesorías jurídicas". Se olvida que todos sus cargos son hombres de ley, que poseen un intrínseco conocimiento del Derecho y del Revés. Vox no sabe de leyes, Vox es la ley de leyes, y allá quienes pensaban que esta omnipotencia omnisciente iba a salirles gratis.

Solo hay una diferencia entre el PP y sus socios preferentes. Vox es consciente del daño que causa la corrupción, los populares siguen sin enterarse. De ahí el comunicado numantino o saguntino o desatino, denunciando a las fuerzas satánicas que pretenden "dinamitar" al partido. Son notorios los vínculos entre OK Diario y Bildu.

Los zafios cobros han sido denunciados desde el interior de Vox. La cacareada persecución judicial solo garantiza que se prodigarán más "asesorías jurídicas" de extraña factura, en el seno del partido inmaculado aquejado de una crisis de liderazgo. El relamido Jorge Campos genera el mismo rechazo entre los ultraconservadores mallorquines que atractivo despiertan Malena Contestí o Fulgencio Coll. Y Abascal es otro desastroso candidato, opacado ayer mismo por la lideresa natural Cayetana Álvarez de Toledo.

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