Cuando la isla todavía no se había recuperado del atentado mortal de Palmanova, la banda terrorista ETA volvió a sembrar el pánico en Mallorca.

Hoy se cumplen diez años del aquel 9 de agosto de 2009 en el que los terroristas volvieron a sembrar el pánico en la isla, a través de la detonación de varios explosivos con el mismo sistema que habían utilizado en el atentado de Palmanova, artefactos situados en puntos estratégicos de Palma y la barriada del Molinar. Ese día ETA volvió a poner en jaque a las fuerzas policiales e intentó dañar la imagen turística de la isla.

La madrugada anterior la organización terrorista había reivindicado a través del diario Gara los últimos atentados terroristas, entre ellos el de Calvià. Más tarde, a las 11.30 horas se produjo un triple aviso de los atentados que se iban a producir horas más tarde. Radio Taxi de San Sebastián, los bomberos de Calvià y un alto cargo político de Andalucía recibían una llamada que anunciaba una serie de atentados en Mallorca. La Policía, al principio, no dio credibilidad a los avisos. Pero la primera bomba explosionó a las doce del mediodía. Los terroristas la habían colocado en el baño de mujeres de la cafetería Nica, en las Avenidas de Palma. Era domingo y el negocio estaba cerrado. La explosión no causó heridos. Inicialmente, se atribuyó a una fuga de gas. Pero más tarde se confirmó que se trataba de una bomba.

La segunda acción terrorista se detectó a las 14.25 horas. En el baño de mujeres del restaurante La Rigoletta se produjo una explosión. Fue de escasa potencia, hasta el extremo de que muchos clientes ni siquiera se dieron cuenta. Destrozó el techo del baño, pero no hirió a nadie.

Sin embargo, en ese momento las fuerzas de seguridad ya se dieron cuenta de que las llamadas telefónicas que se habían producido por la mañana no eran ninguna broma, sino un aviso cierto. A partir de ese momento, se desalojaron los locales donde se había producido la explosión y los agentes se desplegaron por la zona del Molinar ante el temor cierto de que la organización hubiera colocado más artefactos explosivos, como más tarde se confirmó.

La noticia de que ETA había sembrado de bombas determinadas zonas turísticas de Palma se extendió como la pólvora. Cualquier bulto sospechoso se convirtió en una hipotética bomba. Los agentes desalojaron la playa y las terrazas del Portixol y se inspeccionó la zona de Ciutat Jardí ante la posibilidad de que la acción terrorista se hubiera extendido a esta playa.

Cuando apenas pasaban dos minutos de las cuatro de la tarde se localizó la siguiente bomba. Los artificieros de la Policía la encontraron escondida en el cuarto de baño del bar Enco. El café pudo ser desalojado a tiempo y al accionar la bomba no causó, por fortuna, ningún herido.

Cuarta bomba

La jornada de terror no terminó con la localización de la bomba en el bar. Los terroristas colocaron un cuarto explosivo y la escondieron en un cuarto de baño de las galerías comerciales de la plaza Major. A las seis de la tarde explosionó. Al ser una jornada dominical la detonación del artefacto tampoco causó heridos, pero sí importantes daños.

De los autores de esta oleada de atentados no se sabe nada. Se cree que fue el mismo comando terrorista que colocó la bomba en el coche de la Guardia Civil en Calvià, que provocó la muerte de dos agentes, Diego Salvá y Carlos Sáenz de Tejada, de 28 y 27 años . Todas las bombas eran de similares características, aunque llevaban distinta carga. La banda consiguió su objetivo de sembrar el terror en Mallorca.

Por fortuna, se trata de la última acción terrorista que cometió ETA en Mallorca.

El objeto principal de la organización era asustar y, sobre todo, dañar la imagen turística que representaba la isla de Mallorca.