—Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿'Overbooking' ganó las elecciones?"

—Ojalá que sí, porque temí que tuviera el efecto contrario, que los espectadores de izquierdas se sintieran desencantados al ver Overbooking y no fueran a votar.

—¿Por qué acudieron los mallorquines en masa a ver una película que ya se sabían?

—Porque toca muchas fibras. Es una forma de mirarse en el espejo desde un punto de vista nuevo. Y porque es el tema de los últimos años, desde los bares al Parlament.

—Y por autoodio.

—Pesa más la curiosidad, el "a ver cómo estamos".

—Ha habido otros 'Overbooking', y no deslumbraron.

—Hemos dado una mirada nueva al discurso, con un relato poliédrico donde un economista como Toni Riera también avisa del riesgo, y el espectador admite que "no son solo los ecologistas".

—¿Por qué no he podido ver 'Overbooking'?

—Porque durante las tres primeras semanas se llenaron todas las sesiones. Estuvo tres meses en el Augusta, la vieron más de diez mil personas. Nadie se lo esperaba.

—Se habrá hecho millonario.

—Habremos recaudado unos cuarenta mil euros, y era un documental muy barato, con un presupuesto de 50 a 6o mil.

—A mi general Fulgencio Coll no le gustó la película.

—Me encantó que lo dijera, pero me gustaría que volviera a verla y que reflexionara. Creo en el turismo como vector del cambio y, si vivimos de él, tendremos que examinarlo, cuestionarlo, criticarlo y reconstruirlo.

—Hablo de oídas pero, ¿a 'Overbooking' no le falta sangre?

—Hay bastante sangre. La vi dos veces. En ambas me entristecí, y todavía más al ver la tristeza de los espectadores al salir. Llegué a preguntarme si nos habríamos pasado. Un espectador me dijo que su abuela había llorado.

—¿Concursará en los goyas?

—Lo hemos presentado, es el documental más visto de España este año.

—¿Tramuntana XXI es proteger la Serra para sus dueños?

—Para nada. Tramuntana XXI es proteger la Serra desde una lógica similar a Overbooking, sentando a una misma mesa a todos los sectores involucrados.

—En beneficio de los propietarios.

—En la convicción de que propietarios, payeses y ecologistas, si disponen de toda la información y de una visión ambiciosa, estamos de acuerdo. El mundo entero no, pero Mallorca se puede salvar.

—El GOB junto a los propietarios, eso sí tiene mérito.

—Se consigue dejando de lado los prejuicios, echándole cara y llamando al gran propietario y al ecologista radical.

—¿Qué piensa usted de Terraferida?

—Que desarrolla una tarea fundamental en nuestra isla.

—¿Siempre está de tan buen humor?

—Soy bastante alegre, mi padre y mi mujer te dirán lo mismo. Comparto un pesimismo antropológico con un optimismo a corto plazo.

—¿Cuál es el último partido que ha querido ficharlo?

—Ninguno, todavía están muy desconcertados. "¿De dónde sale, de qué palo va?"

—Solo la turismofobia puede salvar al turismo.

—La turismofobia puede salvar a la turismofilia, por culpa de la que hemos llegado hasta aquí. Los extremos son muy peligrosos, y hay que equilibrarlos aristotélicamente.

—Si inventas el turismo de masas altamente contaminante, por lo menos llévatelo a otro sitio.

—Hemos sido habilidosos en algo que muchos hubieran deseado. Con la crisis medioambiental, hemos de espabilar y demostrar que somos capaces de reinventar el modelo.

—Joe Holles, mallorquín, manda narices.

—Por tanto, no puedo ser antiturismo. Me siento más español o mallorquín en Inglaterra que inglés en Mallorca. Me enorgullece hablar de esta isla que a veces no identifican, pero todos conocen Ibiza.

—Eso ha dolido. ¿Su Valldemossa está más saturada que Magaluf?

—Vamos a decir que sí, pero la presión humana solo es desbordante en franjas horarias y zonas delimitadas.

—¿Su jefe Bruno Entrecanales es el nuevo Arxiduc?

—No, es un tío muy normal y s'Arxiduc no lo era. Es un valldemosino más, enamorado de la belleza extrema que la Tramuntana ofrece en dosis digeribles. Pocas personas conocen la montaña a pie tan bien como él.

—Dígame un efecto concreto de 'Overbooking'.

—No deja indiferente, la gente sale tocada y, aunque no está bien que yo lo diga, ojalá sea un punto de inflexión.