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Análisis

Colas con denominación de origen

Si no está masificado, no es Mallorca. El colapso de la ITV no debería sorprender a nadie en una isla en la que la que no hay nada más autóctono que los atascos y las colas. Y en la que el verano funde unos servicios públicos que en invierno solo funcionan a medio gas. El colapso, en todo caso, se limita a los residentes, por lo que no hay que exagerar sus efectos mientras los turistas puedan continuar con su completo programa de actividades en la playa.

Liberar casi quince mil plazas de un día para otro para tratar de deshacer el nudo de la ITV no es un éxito de gestión pese a lo que proponen los aduladores habituales, sino la prueba de que el Consell se ha administrado con mirada estrecha.

La web para pedir cita previa se colapsó, por supuesto, pero al menos ahora los conductores no tendrán que esperar a Navidad para pasar el mal trago de la revisión. Lástima por los que decidieron comprar una cita en el mercado negro a 110 euros el coche de gasolina y 120 los diésel.

La saturación de la ITV ha sido un episodio bochornoso. Excepto para Podemos, que sigue en campaña electoral. "Cuando Podemos está en las instituciones se trabaja para la ciudadanía. ¡Sí se puede!", escribió ayer en un tuit. El partido morado no merece reproche por un problema heredado, pero tanto triunfalismo roza el ridículo. Guarden la máquina de la propaganda durante los próximos cuatro años y solucionen los problemas.

Con qué facilidad se ven los costurones en la Mallorca de los récords turísticos y la abundancia -solo para unos cuantos, claro-. La isla es un bonito decorado en el que aparecen grietas cada vez más grandes. Da igual, es temporada alta y hay que seguir haciendo caja.

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