Jueves 25 de julio: la unidad nocturna de la Policía Local de Sant Antoni (Ibiza) detiene a seis personas por un presunto delito contra la salud pública. Se les acusa de vender globos con óxido nitroso, el conocido gas de la risa. El Ayuntamiento remite ayer una nota de prensa en la que relata, en tono casi heroico, la labor de los policías, especialmente al describir cómo encontraron a los traficantes: "Agentes, vestidos de paisano, observaron cómo los detenidos captaban a un grupo de turistas e intercambiaban globos por dinero y repartían cápsulas, realizando varias transacciones". Tres de los camellos estaban en s'Arenal; tres más en ses Variades, y otro en s'Era d'en Manyà. (Mira aquí todas las fotos)

Viernes 26 de julio: ses Variades. Como si nada hubiera ocurrido una jornada anterior, cinco africanos venden gas de la risa a las 20.30 horas en el paseo de ses Variades, donde acuden cientos de personas para asistir a la puesta de sol. Otro ejerce de vigilante. La sensación es de total impunidad. Los camellos agitan en una mano un globo de color chillón para publicitarse entre quienes desean inhalar óxido nitroso. No les faltan clientes entre los grupos de británicos que asisten al ocaso avituallados con decenas de latas de cerveza o sidra.

El vendedor los hincha con dosificadores que acaban en el suelo o en las papeleras, junto a las cápsulas que contienen el gas. Muchos globos revientan: "Se nota que los compran en los chinos", comenta una ibicenca que es testigo de ese mercadeo. Un traficante lleva en la mano una bolsa llena de monos de peluche, pero lo que realmente le interesa es finiquitar la partida de gas que oculta entre los muñecos. Uno de sus mejores clientes, un chaval delgadísimo que se tapa la cabeza con un sombrero, aspira tres globos en un santiamén. Parece que le fuera la vida en ello.

Las ventas se disparan entre las 20.55 horas y las 21.12 horas, cuando la ingesta de alcohol hace estragos entre quienes asisten al ocaso. En esos momentos ya no son cinco, sino unos 15 los camellos que, casi desesperadamente, buscan compradores. Casi todos los nuevos han llegado desde de la zona de es Caló des Moro. A las 21.15 horas todos miran a sus móviles y, acto seguido, salen de allí, con paso tranquilo, por el camino de tierra cercano al parking y a la calle Lepanto. En un minuto no queda ni un solo vendedor de óxido nitroso. A las 21.17 horas aparca un vehículo de la Policía Local junto al edificio Ali Bey. Los dos agentes salen y miran al horizonte. Bonita panorámica. Desde allí ven el atardecer, aunque no es muy bonito porque está muy nuboso.

Viernes 26 de julio: s'Arenal. Igual que en ses Variades, quién diría que una jornada antes fueron detenidos tres supuestos traficantes en s'Arenal. A las 22.30 horas, la zona ya es un mercado persa del gas de la risa. Tres cápsulas por 10 euros; una por cinco. Como siguen la ley de la oferta y la demanda, los precios varían según los días: sólo una semana antes la cotización era distinta: una por dos euros.

Mientras los guardias civiles de la Usecic (Unidad de Servicio de Seguridad Ciudadana) se centran en la zona del paseo más cercana a la rotonda del Huevo de Colón, los vendedores del gas de la risa hacen de s'Arenal su particular supermercado del óxido nitroso. Sin pudor alguno, lo ofrecen a todos los jóvenes que caminan por allí, especialmente a quienes parecen más beodos. No tienen miedo: el precio se escucha a distancia. Las cápsulas se almacenan en una de las papeleras de la playa, de cuyo control hay un encargado. Y no sólo tienen gas: "¡¡¡Marihuana!!!", grita uno de ellos entre el gentío, con la misma tranquilidad del pescadero que en el mercado agita en el aire una merluza y la ofrece a la voz de "fresca, barata, riquísima".

A las 23 horas, lo anormal es la norma en ese zoco de la droga. Es de locos. Junto a una discoteca al aire libre que cierra a esas horas se concentra un gran número de vendedores. Esperan la salida de clientes, ya bastante achispados tras varias horas bebiendo alcohol. Los dos guardias jurados del local se desentienden de lo que sucede más allá del umbral de la puerta. Uno de los camellos, que no da abasto, suelta de golpe 20 botellines de gas en un banco del paseo. Así le resulta más cómodo cogerlos de uno en uno para ajustarlos en el dosificador, pues ya no tiene que llevar la bolsa en la mano. Sin mirar, tira los cartuchos vacíos a la jardinera. No siempre atina: muchos acaban en el paseo. Desde la distancia se ven decenas de globos hinchados, iluminados por las luces de las farolas. Algunos sostienen hasta tres en sus manos. Tres chicas se sientan en un banco para echar, globo (amarillo) mediante, unas risas.

Sábado 27 de julio: ses Variades. No hay un solo vendedor de gas de la risa en ses Variades. La presencia de un vehículo de la Guardia Civil justo donde un día antes estaba el de la Policía Local, así como de cuatro agentes patrullando por el paseo, los disuade.

Domingo 28 de julio: ses Variades. Día de la marmota. Ante la ausencia de guardias civiles o de policias locales, el paseo vuelve a llenarse de vendedores de óxido nitroso. A las 20.25 horas, el vigilante de los camellos va a por el material. Vuelve 15 minutos después cargado con una bolsa de cápsulas, que reparte entre tres vendedores. El precio ha cambiado: dos por cinco euros. Hoy son dos los que disimulan conbolsas llenas de monos de peluche. A las 21.17 horas, uno de ellos, tras agotar todas las existencias, recoge detrás del muro una bolsa negra repleta de cápsulas. En la puesta del colocón, nada impide que los 15 camellos campen a sus anchas.